El cierre de una sucursal del Banco Nación en Ramos Mejía y su traslado a Tres de Febrero dejó permitió transparentar el costado más vil y oportunista de la política municipal alineada con el gobierno de Javier Milei.
Diego Valenzuela, intendente de Tres de Febrero, buscando seducir a referentes de La Libertad Avanza en el conurbano bonaerense, además de celebrar la medida, se ufanó públicamente de que su municipio se beneficie a costa del perjuicio de otro distrito. Un verdadero prócer del siglo XXI, luchando con fervor por el derecho de su distrito a recibir lo que otros pierden.
EL ALUMNO “PLUS ULTRA”
Lejos de preocuparse por los trabajadores de la sucursal que perdieron su empleo o por los vecinos de Ramos Mejía que se quedaron sin una sede bancaria, Valenzuela transformó el cierre en una bandera de campaña.
Como un fiel soldado del achicamiento del Estado, justificó la decisión del gobierno nacional bajo el argumento de la “competencia tributaria” y el peso de las tasas municipales. Como si en la Argentina de hoy, el objetivo no fuera mejorar el servicio público, sino hacer malabares para ver quién logra ofrecer las condiciones más «seductoras» al ajuste. Que cierren todo, pero con eficiencia fiscal, por favor.
SUS TUITS “EXULTANTES”
En su publicación en redes sociales, detalló la diferencia de cargas impositivas entre La Matanza y Tres de Febrero, buscando validar la supuesta “lógica” detrás del cierre.
Pero más que un análisis financiero, su mensaje pareció más una demostración de servilismo político disfrazado de cálculo económico. Casi como un alumno aplicado que busca la aprobación del maestro, Valenzuela se apura a mostrar su cuaderno prolijamente ordenado con los números que justifican la decisión de Milei. Si sigue así, en cualquier momento le dan un “muy bien 10 felicitado” en el boletín.
El intendente no tuvo reparos en aprovechar una política de represalias del gobierno nacional para fortalecer su propio posicionamiento. No es casualidad que este ajuste bancario se lleve a cabo en La Matanza, un distrito opositor, mientras que el beneficiado sea un municipio gobernado por alguien que da muestras permanentes de espíritu lamebotas a las filas libertarias.
El mensaje es claro: castigo para quienes no se alinean y recompensa para los fieles. Que suene el himno del «libre mercado», pero solo cuando conviene.
Sin embargo, la narrativa de Valenzuela se desmorona fácilmente. La excusa de la carga impositiva ignora que el Banco Nación, como entidad pública, tiene un rol que va más allá de la rentabilidad inmediata: su objetivo es brindar servicios financieros accesibles a toda la ciudadanía, especialmente en zonas donde la banca privada no tiene interés en operar.
“COMPETENCIA TRIBUTARIA”
Si la lógica de “cerrar sucursales donde los costos son más altos” se impusiera como norma, el Banco Nación debería abandonar múltiples distritos donde las necesidades sociales son mayores que el rendimiento económico.
El intendente de Tres de Febrero, en su afán de congraciarse con la administración de Milei, decidió trasladar la idea de la “meritocracia” a un nivel municipal bonaerense, festejando que su distrito es el “elegido” en detrimento de otro.
Es una muestra clara de que para los libertarios el progreso no es colectivo, sino una competencia donde unos pocos deben ganar a costa de otros. Si sigue así, pronto veremos rankings municipales de quién aplaude más fuerte al recorte o un discurso de Caputo.
Mientras tanto, los vecinos de Ramos Mejía pagan las consecuencias de esta política de premios y castigos.
Perder una sucursal del Banco Nación no solo significa menos acceso al crédito y más dificultades para trámites cotidianos, sino también la consolidación de un modelo que privilegia a los amigos del poder y deja en el camino a quienes no se alinean.
Valenzuela podrá celebrar su nuevo “triunfo”, pero lo hace sobre las ruinas del perjuicio ajeno. Quizás hasta le den un diploma al «mejor discípulo del ajuste» por su esfuerzo. Nada como hacer campaña con el mal de un vecino.