Diputado K le dejó facturas de panadería a Ercolini y éste lo denunció
En los chats de los "viajeros a Lago Escondido", tanto del poder judicial, como del gobierno de Larreta, y del multimedios Clarín, se refirieron al diputado kirchnerista Rodolfo Tailhade como "El Sorete". Tomando el "guante", el 9 de enero el legislador dejó en mesa de entradas del juzgado de Ercolini, en Comodoro Py (uno de los integrantes del grupo de "expedicionarios" a tierras de Joe Lewis), un paquete conteniendo facturas de una panadería cercana al Congreso de la Nación.
La alusión venía a cuento de las "facturas truchas" que se desprenden de aquel chat, en donde los involucrados buscaban justificar monetariamente un viaje que pagó el Grupo Clarín para ellos, pero cuya trascendencia pública los dejaría expuestos al delito de dádiva.
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EL DOBLE SIGNIFICADO DE "FACTURAS"
Tomando con sorna la situación de haberse visto aludido con semejante apelativo, el diputado Rodolfo Tailhade decidió realizar esa "humorada" que le significó una causa iniciada en su contra por el magistrado Julián Ercolini por "intimidación", alegando que ese paquete de facturas significaba una peligrosa embestida contra su investidura.
De hecho una de las medidas que dispuso ante la llegada del irónico paquete de facturas fue no abrirlo sino llamar a la Brigada de Explosivos a pesar de que ya lo habían hecho pasar por el detector de metales de Comodoro Py.
Debe recordarse que en el viaje realizado a la estancia del magnate inglés, según los chats que se filtraron, además de Ercolini tomaron parte los jueces Carlos Mahiques, Pablo Cayssials y Pablo Yadarola. Además estuvieron el entonces ministro de Seguridad porteño Marcelo D'Alessandro; el jefe de los fiscales porteños, Juan Bautista Mahiques; un exfuncionario de inteligencia y directivos del Grupo Clarín, organizador del sospechoso evento.
El sarcástico "regalo" de Tailhade contenía medialunas, vigilantes, sacramentos, alguna factura fea de crema pastelera, dos churros, y bolas de fraile recién horneadas.
El Diputado K subió hasta el cuarto piso en donde se encuentra el juzgado 10 de Julián Ercolini. Hasta allí había sido escoltado por personal policial.
De acuerdo a lo que se desprende del expediente de la causa iniciada por el magistrado: "apoyó el paquete en la mesa de entradas y textualmente expresó: 'Estas son las facturas de verdad de parte del sorete'.
Cuando el legislador habló del tema a la prensa en aquel tórrido día de enero en Comodoro Py, había expresado: "Traje una docena de facturas de una panadería de acá cerca del Congreso y se la dejé al juez Julián Ercolini para que sepa lo que son las facturas reales, porque las que fabricó para disimular la dádiva de la mafia de Clarín en Lago Escondido son todas truchas".
¿EN QUÉ TERMINÓ TODO AHORA?
El "affaire facturas" concluyó en un sumario que fue enviado a la Cámara Federal.
Se realizó un sorteo y se determinó que sea el juzgado de Martínez de Giorgi bajo el número de causa CFP 87/2023 y caratulada como "N.N. sobre intimidación pública", quien investigue "los hechos" panaderiles.
El juez en cuestión, colega de Ercolini, dejó que las pesquisas estuvieran a cargo de la fiscal Ochoa.
Sin embargo el final estuvo muy lejos de lo que deseaba obtener el magistrado involucrado en los chats y el viaje a Lago Escondido, al realizar ese contraataque judicial, porque la propia representante de la fiscalía ahora solicitó el archivo del expediente, y sostuvo que "ni quien solicitara el desplazamiento policial, ni el magistrado que respondió la consulta, como así tampoco el personal policial interviniente, explicaron cuál es la hipótesis jurídico-penalmente relevante que se pretende sea investigada".
Por lo tanto, el juez federal Marcelo Martínez de Giorgi archivó la causa iniciada por su par Ercolini ante la total "inexistencia de delito" en esa supuesta denuncia de "intimidación".
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