En un insólito y confuso pasaje televisivo, el periodista platense Esteban Trebucq, mejor conocido por sus momentos de encendida retórica en favor del gobierno de Javier Milei, pareció dispararse en el pie en su intento por defender una postura. En su espacio en “La Nación Más”, durante la cobertura del derrumbe de un hotel en Villa Gesell, Trebucq quiso, haciendo una crítica, enfatizar lo importante que es tener personas capacitadas para desempeñar roles clave en el Estado.
Hasta ahí, todo iba de maravillas. Sin embargo, la emoción lo llevó a dar un paso en falso: sus palabras no solo parecían criticar los errores de gobiernos municipales peronistas o a ejecutivos de gestiones pasadas, sino que también pusieron en un incómodo reflector a Sandra Petovello, actual ministra de Capital Humano y protegida del propio Milei.
La crítica de Esteban Trebucq que pareció destinada también a Sandra Pettovello y funcionarios de Javier Milei
La escena comenzó como un editorial de tono moralista, de esos a los que el conductor ya nos tiene acostumbrados.
Fhñtkwrvucqfy…DIJO TREBUCQ
En medio de un debate sobre el colapso del hotel, Trebucq aprovechó para desplegar su arsenal de frases listas para la ocasión: “Es fundamental que en puestos clave tengamos gente que entienda de lo que habla. No puede ser que en economía tengamos abogados, y en salud, gente que no es médica. ¡Pongamos un ingeniero hidráulico en aguas y un médico en salud!”, lanzó con toda la seguridad de un dogma.
La sentencia, sin embargo, tenía una trampa que quizás él mismo no advirtió. Porque siguiendo su lógica impecable, esa misma regla aplicaría también a Sandra Petovello, la ministra sin formación específica que Milei colocó al frente de una cartera que abarca varias áreas cruciales.
Petovello, sin antecedentes en el ámbito de Capital Humano o en políticas públicas afines, se convierte, por un efecto dominó, en la primera destinataria del reclamo de “expertise” profesional que Trebucq tan vehementemente proclamaba.
EL DOBLE ESTÁNDAR Y LA “JUSTIFICACIÓN TREBUQUIANA”
Como era de esperar, hubo un intento de rectificación inmediato. Trebucq, tratando de volver a terreno seguro, se apresuró en señalar que, en todo caso, “con economistas también nos fue mal”, apuntando quizás a Martín Guzmán, con Alberto Fernández, o a Axel Kicillof y su gestión en tiempos de Cristina Kirchner.
Pero, aunque lograba redirigir la atención a un peronista de fuste, la comparación ya no era necesaria: el daño estaba hecho.
La contradicción resulta evidente. Trebucq, defensor a ultranza del gobierno de Milei, no aplicaría jamás el mismo baremo crítico para figuras afines a su línea de pensamiento.
Cuando se trata de señalar la falta de preparación en algún peronista, el tono es apocalíptico; cuando el cuestionamiento podría incomodar a alguien del propio bando, surgen los “peros”.
La vara Trebucquiana es, al parecer, tan maleable como el guion del programa, y dependiendo de quién sea el foco de la crítica, se adapta con una flexibilidad envidiable.
¿DESLIZ O ESTRATEGIA?
¿Fue realmente un “lapsus” de Trebucq o una “traición del inconsciente”? Algunos dirían que, en su fervor por demostrar la incompetencia del pasado, cayó en un sincericidio.
Otros, más escépticos, podrían aventurar que se trató de una hábil maniobra para marcar territorio en un gobierno donde cada quien debe velar por su cuota de poder.
Porque si algo nos enseña la televisión moderna es que ningún comentario de estos personajes es verdaderamente improvisado.
Pero, en última instancia, es innegable que Trebucq hizo una pausa en su habitual tono de fiel escudero libertario y —quizás sin notarlo— dejó una duda flotando en el aire: ¿será que ni los más acérrimos defensores de Milei pueden ignorar la falta de experiencia en el equipo del presidente?
Después de todo, en su afán por atacar al peronismo, Trebucq podría haber abierto una brecha incómoda hacia el presente, dejando en evidencia que la falta de preparación no es patrimonio exclusivo del pasado, sino que también se asoma en el gobierno que tanto apoya.