Con tres actos apretados en un puñado de horas, el peronismo bonaerense tuvo su sábado de súper acción. Ensenada, Avellaneda y Quilmes. Cristina Kirchner, Axel Kicillof, los intendentes, La Cámpora. La rosca en plena resistencia.
El territorio aparece atravesado hoy por una grieta. De un lado hay intendentes que piden su metro de poder y buscan escudarse detrás de Axel Kicillof con la excusa de apadrinar su candidatura presidencial. Del otro lado, Cristina y los de siempre, que no admiten discusión, liderazgos ni canciones nuevas.
Hay una zona gris donde se mueve un grupo de dirigentes que se aferra a los privilegios. La Cámpora pelea y desgasta a Kicillof desde los ministerios bonaerenses. No respalda las peleas reales que da el Gobernador. Una remake de lo que pasó durante el gobierno de Alberto Fernández. La autocrítica te la debo.
Esta situación hace sospechar a observadores imparciales. ¿Estaremos viendo una discusión real o una interna fake para contener fugas y disidencias?
Cristina y Axel Kicillof mano a mano
De alguna manera, Cristina midió el grado de rebeldía de Axel Kicillof, que acomodó su agenda para poder cumplir con todos. No sólo eso: el gobernador logró tener una audiencia mano a mano con la dos veces Presidenta argentina.
El gesto político se entendió y se reforzó con el discurso que dio luego CFK: “No sirve un debate a cielo abierto, pero tampoco una fuerza política que no discute nada”, planteó. Los pormenores de la charla privada no trascendieron. “Espero que no le haya pedido que incorpore al Gordo Valor como nuevo jefe de gabinete”, ironizó un intendente al respecto.
No es la única critica que se mastica por estas horas. ¿Quién y cómo decide cuándo es el momento de debatir? ¿Quién arma la agenda de temas? ¿Cómo se traducen las diferencias que pudieran surgir de esa discusión? ¿Se abren las listas, se permiten internas? ¿O las arman tres dirigentes, a escondidas, como pasó en 2021?
El ámbito es -o debería ser- el PJ Bonaerense. Su presidente es Máximo Kirchner y sobran los que discuten su legitimidad. El espacio vertebra reuniones quincenales junto a las distintas tribus. Y aspira a sentar allí al Gobernador.
Nace una pelea por la Gobernación
Kicillof no se llevó de Quilmes una foto con Cristina. No salió ni siquiera en la grupal que se sacaron los intendentes. Se sentó, eso sí, en la primera fila, entre los asistentes. La puesta en escena favoreció a la intendenta local, Mayra Mendoza, que empieza a edificar una candidatura a gobernadora.
Mendoza logró la reelección en Quilmes con muy buenos números. Su gestión logra altos índices de aprobación a pesar de los embates de casi todo el arco opositor -medios incluídos. La suya es una aspiración legítima -no baja en paracaídas- y acaso la única carta que tiene La Cámpora.
En ese plan hay otros. Jorge Ferraresi, de Avellaneda, ex “vice” del Instituto Patria y motor del plan independista de Kicillof. Podría haber más. Muchos más. Un dato para tener en cuenta: se acaban las reelecciones indefinidas. O, mejor dicho, ¿se acaban las reelecciones indefinidas?
Más preguntas: ¿Hasta dónde puede llegar un candidato a gobernador peronista, sin el apoyo de Cristina? ¿Cuánta fuerza tiene hoy Cristina? La respuesta es dos por uno: conserva un núcleo duro no alcanza para ganar, pero sí para vetar.
El peronismo no quiere tomar la sopa
El heredero del Sherrif Alejando Granados fue a Quilmes pero marca otro camino: se encolumna detrás de Guillermo Moreno. Es de los pocos que le dan un poquito de territorio a la estrategia política del ex secretario de Comercio, que por ahora se revela exitosa únicamente en el éter de las redes sociales -lo cual no es poco.
Moreno no ahorra sangre de Cristina ni de Kicillof cada vez que habla. ¿Comparte Granados esas críticas descarnadas? En público pondera a Kicillof pero eso no es garantía de nada.
Dos intendentes lanzaron dardos envenenados desde las redes sociales. Fernando Gray, que conserva el municipio de Esteban Echeverría sin alinearse con el kirchnerismo, y Juan Zabaleta, de Hurlingham, que lo perdió siguiendo esa misma receta. “Otra vez sopa”, tuiteó Gray, con una foto elocuente que se hizo viral.
Zabaleta lo copió con menos gracia pero mismo significado. Un rato antes de lanzarse en la metáfora culinaria, el ex ministro de Desarrollo Social había recordado con afecto a Néstor Kichner, dando la medida justa de sus diferencias con el kirchnerismo de Cristina y de Máximo. Varios más comparten ese criterio pero sólo un puñado le dice que no a la sopa.



