El PJ Bonaerense al banco

Al final, a Menéndez lo bajaron de la cumbre de Gualeguaychú por “extravagante”

El presidente del PJ Bonaerense aseguró que por problemas de agenda no concurrió a la cumbre que convocó Pichetto. Sin embargo, la cosa fue al revés: el rionegrino consultó a los referentes bonaerenses y decidió bajarlo.

La cumbre peronista que Miguel Ángel Pichetto convocó en Gualeguaychú encontró reunidos y sonrientes a todos los sectores que orbitan lejos del universo kirchnerista, desde los que encabeza Sergio Massa hasta el que responde a Florencio Randazzo, pasando por jugadores libres como Diego Bossio, más alineado al salteño Urtubey.

Hasta último momento se especuló respecto de la presencia del titular del PJ Bonaerense, Gustavo Menéndez, un hombre que quiere darle impronta dialoguista a su gestión y no escatima fotos para lograrlo: tiene en su haber encuentros con el propio Pichetto, con Sergio Massa y hasta con Cristina Kirchner y dirigentes de su entorno, como Martín Sabbatella.

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Esta vez, sugestivamente, se quedó afuera. Primero evitó confirmar su presencia y más tarde adujo problemas de agenda para asistir a Entre Ríos. Pero la verdad es otra: el propio Pichetto le bajó el pulgar.

El rionegrino priorizó otras alianzas y se lanzó en una ronda de consultas respecto de la imagen y de margen de conducción del excéntrico hombre de Merlo. Lo sondeó, en llano. Y se encontró con más notas negativas que positivas: “sólo busca fotos”, le dijeron algunos. “Es un mamarracho”, aseguraron otros. “Juega un poco para Cristina y otro poco para Vidal”, replicaron los más analistas.

Pichetto, en esa instancia, optó por mostrar un gesto de fortaleza y de liderazgo: no hubo un “no” para Menéndez, sino la fría indiferencia. Nunca le atendió el teléfono. “Menéndez quiso venir hasta último momento, llamó toda la semana, pero Pichetto no lo atendió”, le confiaron a este portal desde Gualeguaychú.

No son pocos los que comparten ese análisis respecto de la conducta y la proyección del hombre de Merlo. Hasta ahora se le conocen más bien pocos pergaminos y la nueva impronta que quiere darle al peronismo se limita a un uso intensivo y un poco farandulero de las redes sociales, donde, a diferencia de sus pares, no difunde actos de gestión ni obras, sino más bien selfies familiares y de rosca política.

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