Política y Economía
Pacto social

“Los descamisados del presente”: el documento fundacional del sindicato de los movimientos sociales

La Unión de Trabajadores de la Economía Popular fue lanzada con el apoyo del gobierno nacional y está conformada mayoritariamente por sectores provenientes del peronismo y la iglesia.

Los movimientos sociales que componen el triunvirato piquetero presentaron días atrás la Unión de Trabajadores de la Economía Popular (UTEP). El sello cuenta tanto con la bendición del Papa Francisco como con el apoyo del presidente, Alberto Fernández. Un documento fundacional detalla la matriz ideológica y política del armado que recientemente se sumó al pacto social convocado por el gobierno nacional.

El 21 de diciembre, la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP), junto a la Corriente Clasista y Combativa (CCC), Barrios de Pie/Somos y otras organizaciones, lanzaron la UTEP con un acto en el que tuvo un mensaje de acompañamiento de Alberto Fernández. De esta forma, se abre una nueva etapa para los movimientos sociales en la que un sector más ligado al peronismo y la iglesia se reagrupó bajo un sello, mientras que las organizaciones de izquierda se mantienen alertas en medio de la crisis económica.

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Con la presentación del denominado sindicato, se consuma un esquema en el cual el gobierno nacional saluda gratamente debido que también formarán parte del pacto social. De hecho, en la última semana, representantes del gremio piquetero participaron de la reunión que encabezó el presidente junto a empresarios, CGT y CTA con el objetivo de juntar apoyo para renegociar la deuda con el Fondo Monetario Internacional (FMI).

A su vez, Alberto Fernández logró integrar a su gabinete a quienes forman parte de la UTEP con el experimentado Emilio Pérsico del Movimiento Evita y Daniel “Chucky” Menéndez de Barrios de Pie/Somos. El primero es el Secretario de Economía Social y el segundo es Subsecretario de Promoción de la Economía Social y Desarrollo local, dependientes del ministerio de conduce Daniel Arroyo. En tanto, en la provincia de Buenos Aires, no forman parte del gobierno de Axel Kicillof, debido a que entendieron que no era necesario.

Bajo estas circunstancias, y en momentos en que la pobreza y desocupación golpea salvajemente a los sectores que representan las organizaciones piqueteras, es que el lanzamiento del sindicato no pasa desapercibido. El nacimiento del mismo estuvo acompañado por un documento fundacional que esgrime un repaso de la historia reciente, una caracterización de la actual situación y su programa para intervenir en la realidad con claros rasgos de la “doctrina peronista”.

 

Foto: Prensa CTEP

Así, es que rememoraron los inicios del movimiento de desocupados en los años 90 y detallaron que las organizaciones están compuestas además por agricultores, campesinos e indígenas. Con críticas hacia el gobierno que llevó a cabo Mauricio Macri, destacaron los “nuevos derechos conquistados” durante los 12 años de gestión kirchnerista y resaltaron que en ese trayecto “encontramos un amigo inesperado, el Papa Francisco”.

En cuanto al funcionamiento del sindicato, explicaron que existe una “Mesa Promotora” con representación nacional “en todas las ramas del trabajo popular independiente, cooperativo y comunitario en las 24 provincias del país con al menos 350.000 afiliados”. En ese aspecto, aseguraron que reclamarán “su reconocimiento como entidad gremial más representativa del sector y su incorporación inmediata a la Confederación General del Trabajo”.

Entre las funciones del gremio, indicaron que será “velar por los derechos del conjunto de los trabajadores de la actividad reclamando el derecho al trabajo”, y “luchar por más y mejores medios de trabajo para los proyectos productivos comunitarios que llevan adelante los diversos movimientos sociales”.

Luego, afirmar que “será un sindicato que garantice la elección democrática de sus autoridades a nivel nacional y regional y establece desde este momento la paridad de género en todos sus órganos directivos”.

Otro de sus aspectos programáticos, planteó que "en su seno el sueño de una Patria Grande independiente, soberana y justa, porque tiene entre sus miembros migrantes de toda América Latina. En este sentido, la UTEP defenderá siempre la unidad latinoamericana, la soberanía de sus pueblos y la búsqueda de la justicia social".

Más adelante, aclararon que la UTEP “no pertenece a ningún partido político ni confesión religiosa, pero reconoce como una riqueza las tradiciones políticas, culturales y religiosas de las mayorías populares de nuestro país”. En ese sentido, manifestaron que “reivindica la herramienta de la movilización aún frente a un gobierno popular cuando las demandas legítimas de nuestro sector fueran insatisfechas”. No obstante, aseguraron que “la enorme mayoría de nosotros tenemos esperanza en el nuevo gobierno”.

Finalmente, concluyeron: “Los descamisados del presente, los cabecita negra del siglo XXI, los descartados de la globalización excluyente, comenzamos a escribir un nuevo capítulo en la historia de la clase trabajadora y damos un nuevo paso hacia nuestro destino”.

 

 

El documento completo de la UTEP

Las organizaciones que hoy nos reunimos para abrir el proceso de constitución de la Unión de Trabajadores de la Economía Popular hemos transitado caminos distintos, algunos juntos, otros separados, en la lucha por la dignidad del sector más postergado de la clase trabajadora.

Muchos de nuestros movimientos se fundaron para resistir el gobierno neoliberal en la década de 1990 cuando la desocupación crónica nos llevó a asumir la identidad de trabajadores desocupados para luchar por nuestra subsistencia, reclamando fundamentalmente comida y subsidios.

Con el correr de los años, a pesar del crecimiento económico, la mejora en la tasa de empleo, los avances sociales y los nuevos derechos conquistados durante los gobiernos populares de 2003-2015, comprendimos que nuestra vida laboral estaba definitivamente afuera del mercado. Ni la industria, ni el comercio, ni las instituciones estatales nos querían como empleados.

Comprendimos que esas changas que nos inventamos para sobrevivir, esos mercados barriales, esos puestos ambulantes, esas fábricas recuperadas, esos talleres familiares, esos polos productivos, esas carretas cartoneras, esas cooperativas de trabajo, esas obras barriales, esas cuadrillas villeras, esos espacios comunitarios de amor y cuidado, se habían convertido en el centro de nuestra vida económica.

Al mismo tiempo, comenzó un proceso de encuentro con las organizaciones de agricultores, campesinos e indígenas, que comparten los padecimientos y la piel morena de los trabajadores de la economía popular urbana.

Nuestra lucha, entonces, pasó a centrarse en la dignificación de estas actividades: el acceso a los medios de producción, mejores condiciones de trabajo, reconocimiento del salario social complementario y la ampliación de nuestros derechos laborales.

Así, trabajadores sin patrón, excluidos de todo derecho y reconocimiento, pero conscientes de nuestra propia dignidad humana, logramos visibilizar nuestra existencia silenciada y obtener algunas conquistas. En ese camino, encontramos un amigo inesperado, el Papa Francisco, que puso ante los ojos del mundo la potencialidad de los pobres organizado afirmando que no solo padecemos la injusticia sino que luchamos contra ella, predicando que en nuestras manos no solo está el destino de los pobres sino el futuro de la humanidad toda, golpeada por una crisis socioambiental y un sistema que sólo rinde culto al dinero.

Hacia finales de 2015 conseguimos que el Estado reconozca que nuestro sector no estaba compuesto por beneficiarios de la caridad pública sino por trabajadores no dependientes, sin derechos, que tenían derecho a organizarse. Se obtuvo así la personería social como forma de agremiación y logramos el reconocimiento de la categoría de trabajador de la economía popular.

El gobierno neoliberal de Mauricio Macri, con su ofensiva contra la clase trabajadora, nos dio el último empujón para reagrupar las principales organizaciones sociales y experimentar la fuerza que da la unidad. Para lograrlo, debimos tomar una decisión crucial: no dejar que las diferencias políticas e ideológicas que nos dividan. Asumimos como una riqueza la diversidad de opiniones y posiciones sin pedirle carnet de afiliación a ningún compañero, sabiendo que nos une algo mucho más fuerte que la ideología: el sufrimiento común de nuestros hijos sin pan y nuestros intereses como trabajadores.

En este último trecho, logramos construir una representación gremial del sector a través del Triunvirato de San Cayetano al que luego se sumaron otras organizaciones. Las leyes de Salario Social Complementario (2016), Integración Urbana (2018) y Emergencia Alimentaria (2019) junto a innumerables luchas provinciales y regionales instalaron como prioridades del estado la agenda de Tierra, Techo y Trabajo. No fue fácil. Más de doscientas detenciones arbitrarias, incontables represiones, centenares de heridos y compañeros muertos nos han costado estas batallas. Todo ello nos permitieron ver con mayor claridad las limitaciones de no contar con una herramienta sindical unificada y consideramos que existen hoy las condiciones para avanzar en este sentido.

Aquí estamos entonces para construirla. La Unión de Trabajadores de la Economía Popular se presenta hoy su “Mesa Promotora” como sindicato con representación nacional en todas las ramas del trabajo popular independiente, cooperativo y comunitario en las 24 provincias del país con al menos 350.000 afiliados, reclamando su reconocimiento como entidad gremial más representativa del sector y su incorporación inmediata a la Confederación General del Trabajo. Nuestra organización cumple todos los requisitos constitucionales de una entidad sindical y está amparada por innumerable normas internacionales, en particular por la Recomendación 193 de la OIT.

La Unión de Trabajadores de la Economía Popular tiene como objetivo principal velar por los derechos del conjunto de los trabajadores de la actividad reclamando el derecho al trabajo frente a toda persecución, el acceso al salario social complementario, la cobertura de salud, la protección familiar, los aportes jubilatorios, condiciones dignas de laboral y la igualdad en el resto de los derechos laborales.

La Unión de Trabajadores de la Economía Popular luchará por más y mejores medios de trabajo para los proyectos productivos comunitarios que llevan adelante los diversos movimientos sociales, promoviendo la reserva de mercado, el cupo para las obras públicas y las compras estatales de nuestros productos.

La Unión de Trabajadores de la Economía Popular será un sindicato que garantice la elección democrática de sus autoridades a nivel nacional y regional y establece desde este momento la paridad de género en todos sus órganos directivos.

La Unión de Trabajadores de la Economía Popular lleva en su seno el sueño de una Patria Grande independiente, soberana y justa, porque tiene entre sus miembros migrantes de toda América Latina. En este sentido, la UTEP defenderá siempre la unidad latinoamericana, la soberanía de sus pueblos y la búsqueda de la justicia social.

La Unión de Trabajadores de la Economía Popular no pertenece a ningún partido político ni confesión religiosa, pero reconoce como una riqueza las tradiciones políticas, culturales y religiosas de las mayorías populares de nuestro país asumiendo también como una riqueza las identidades múltiples y diversas que coexisten en nuestro seno.

La Unión de Trabajadores de la Economía Popular sostiene la necesidad de construir poder popular en cuanta capacidad del pueblo organizado para construir su propio destino, apoyar las medidas gubernamentales que lo favorecen y enfrentar las que lo perjudican. En ese sentido, reivindica la herramienta de la movilización aún frente a un gobierno popular cuando las demandas legítimas de nuestro sector fueran insatisfechas.

La enorme mayoría de nosotros tenemos esperanza en el nuevo gobierno. Aunque tenemos compañeros con otras identidades políticas y apostamos a la diversidad de nuestro sindicato, muchos hemos militado la formula Fernández - Fernández. Creemos que después de cuatro años de penurias, finalmente la Argentina puede ponerse de pie. Nos alegra también que haya legisladores y funcionarios surgidos de nuestras filas. En ese sentido, saludamos al gobierno electo y reconocemos los primeros esfuerzos por defender la Patria Grande y mejorar la distribución de la riqueza. Le pedimos, sin embargo, que contemple plenamente la agenda de Tierra, Techo y Trabajo dentro de la ética de las prioridades, conscientes de que el hambre se erradica y la dignidad se conquista solo si estos tres derechos sagrados están debidamente garantizados.

Aquí, entonces, los descamisados del presente, los cabecita negra del siglo XXI, los descartados de la globalización excluyente, comenzamos a escribir un nuevo capítulo en la historia de la clase trabajadora y damos un nuevo paso hacia nuestro destino.

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