AUTOCRÍTICA CERO

Alarde de cinismo: ahora, el Gobierno acusa al PJ de buscar que Macri se vaya antes de diciembre

Desde el 10 de diciembre de 2015, el peronismo ha sido, para el relato oficial, el culpable de todos los tropiezos de la gestión de Mauricio Macri. Hoy, con la debacle económica consolidada y a punto de entregar el poder, el discurso macrista ensaya una nueva pirueta.

En un alarde de cinismo pocas veces visto en un gobierno constitucional, la administración Mauricio Macri volvió a encontrar la manera de mostrar al peronismo como responsable de todos los descalabros de su gestión. Lo novedoso es que lo hace a tan solo tres meses de terminar su mandato, habiendo roto todas y cada una de sus promesas de campaña y dejando una herencia muy difícil de manejar para su casi seguro sucesor, Alberto Fernández, un dirigente de pura cepa peronista.

En la versión oficial, replicada en las redes por el ejército de trolls que militó sin ruborizarse posturas zigzagueantes de Cambiemos –defendió con fuerza la eliminación del cepo, y justificó rabioso la reinstalación del mismo- el peronismo estaría sembrando discordia entre los ciudadanos para “voltear” al Gobierno antes de la finalización institucional de su mandato, el 10 de diciembre próximo.

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Con dos años de contracción del PBI, pérdidas de reservas que se consumen a un ritmo alarmante, caída de los depósitos en dólares, aumento de la pobreza y de la desocupación a niveles casi históricos, la matriz productiva industrial virtualmente destruida y una inflación galopante que amenaza espiralizarse y terminar en híper, hay que hace mucha fuerza para responsabilizar al peronismo de los males de la economía macrista. Parecen más bien ser la resultante de la aplicación de su propia receta.

Desde que asumió el Gobierno, Cambiemos responsabilizó al peronismo de todos los males del país. Lo hizo, incluso, cuando intentó alguna especie de auto-crítica: “subestimamos la herencia”. Primero fue la herencia, después fue el supuesto “error” de cálculo propio que no dimensionó la debacle recibida y, finalmente, con el resultado de las PASO de agosto último, el temor por el futuro.

El oficialismo transitó sus 4 años de gestión exculpándose con el dedo acusador señalando al peronismo. Una rareza de razonamiento según el cual la explicación a la tragedia económica que provocó en el país se encuentra en el pasado o en el futuro, salteando el presente. En las últimas horas, desde Cambiemos redoblaron esfuerzos para regar la versión de un plan desestabilizador en su contra.

Se trata de un plan que viste al verdugo de víctima, pero que, en los hechos, no encuentra asidero. Más bien el peronismo se ha transformado en el último tiempo en garante de la institucionalidad. Con amplios sectores de la sociedad marginados del modelo y otros directamente excluidos del sistema, cualquiera podría encender la llama de una protesta social con derivaciones impredecibles. No parece ser ese el camino que tomaron los dirigentes del PJ con cargo.

Hubo incluso una convocatoria supuestamente “espontánea” para cacerolear contra el Gobierno, que desde Cambiemos se encargaron de señalar como el germen de una revolución desestabilizadora contra el oficialismo. Fueron los propios dirigentes del PJ quienes salieron a desinflarla.

El malhumor reinante en amplios sectores de la sociedad que se vio reflejado en la contundente derrota del oficialismo en las primarias de agosto, no pasó, sin embargo, a mayores. No lo hizo antes que por una parálisis social involuntaria, por la madurez política de la dirigencia peronista y sindical que, contra lo dicho por el Gobierno, calmó la tensión con acciones de apoyo directo hacia los sectores afectados.

En llano, si no fuera por los intendentes del peronismo –incluso alcaldes del oficialismo que se juegan la continuidad en octubre pese al ancla que significa s el sello de cambiemos en este turno- y sindicalistas que tamizaron las demandas para no incentivar más aún el clima de malestar, el país estaría al borde del estallido.

En efecto, los intendentes tomaron acciones directas de ayuda social para beneficiar a los sectores afectados por el ajuste macrista, y en el último tiempo redoblaron la asistencia. El compromiso por contener cualquier estallido social se dimensiona porque, en los hechos, la crisis también afecta las cuentas de los Municipios, del mismo modo que la pérdida del poder adquisitivo en el salario de los trabajadores bien podría justificar cualquier avanzada sindical que, sin embargo, permanece acallada. GM

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