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La soja, en el ojo de la tormenta: cae la producción, pero el ingreso de divisas está en los niveles de 2017

La exportación de poroto de soja sufrirá una fuerte caída este año, pero subproductos como harina y aceite mantienen sus números habituales de ventas al exterior.

Por Andrés Lobato

En paralelo a la estampida cambiaria y el inminente acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), la cadena de valor sojera quedó en el centro de la tormenta, a partir de las declaraciones de la diputada nacional Elisa Carrió. A través de su cuenta de Twitter, la legisladora apuró a los productores sojeros para que vendan su grano y de esta manera, incrementen el flujo de divisas.

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Las respuestas a Carrió no tardaron en llegar, y desde distintos sectores se encargaron de responderle, poniendo el acento sobre una cuestión central: quienes retienen el grano son las grandes exportadoras con sede en Rosario, no los productores.

Más allá de la imagen de los silobolsas reposando en los campos, la realidad es que el grano de soja, maíz o trigo constituyen el ahorro de los productores, que liquidan sus existencias al ritmo de sus necesidades financieras. De ninguna manera, un productor que guarda sus reservas en el campo generará una fiebre por la divisa norteamericana como la de los últimos días.

En este punto, y de acuerdo a datos de CIARA –CEC (Cámara de la Industria Aceitera de la República Argentina y Centro de Exportadores de Cereales, respectivamente), las liquidaciones de divisas correspondientes al complejo oleaginoso en enero-abril de este año fueron de 6.056 millones de dólares. Para el mismo período de 2017 fue de 6.644 millones de dólares. Esta diferencia se explica en parte por la baja en la producción gruesa de la actual campaña.

¿Qué indican estos números? Una primera lectura destaca que el ingreso de divisas por venta de oleaginosos en esta parte del año mantiene un ritmo similar a los primeros meses de 2017. Un vistazo a las estadísticas oficiales permite visualizar que durante 2017 se exportaron 7,3 millones de toneladas de poroto de soja, 4,87 millones de toneladas de aceite de soja y 28,9 millones de toneladas de harina de soja.

Para este año, el oficialismo estima que las ventas de grano de soja serán de 4,8 millones de toneladas, mientras que el Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA por sus siglas en inglés) anunció en su último informe que sería de 4,2 millones de toneladas. Estos números deben leerse en el contexto de una cosecha de 38 millones de toneladas de soja, de acuerdo a la Bolsa de Cereales de Buenos Aires.

En este punto vale la pena detenerse. Las lluvias de los últimos 20 días en las principales zonas productivas frenó las tareas de recolección, que han empezado en estos días. Con 5 millones de hectáreas que todavía faltan levantar, los resultados no son los mejores, y a los magros rendimientos se suma el elevado porcentaje de daños que presenta el grano, que ha llegado al 80% en los casos más extremos.

La evolución de este último tramo de la campaña sojera será estratégico, y si la cosecha de soja cae por debajo de las 38 millones de toneladas –escenario más que probable-, también habrá una fuerte disminución del saldo exportable del poroto. Distintas es la situación de la harina y aceite de soja, que si bien registran una leve caída en sus exportaciones en la comparación interanual, se mueven en cifras similares a 2017.

Tomando como punto de partida enero y febrero, el ritmo de comercialización de aceite y harina si bien son menores a 2017, mantienen un ritmo similar. Por ejemplo, mientras en enero del año pasado se exportaron 302.698 toneladas de aceite de soja, en el mismo mes de 2018 se comercializaron 204.671 toneladas.

En el sitio web del ministerio de Agroindustria existen datos de exportación para los dos primeros meses de 2018. Son notablemente menores al mismo período del año pasado, porque las ventas de este año corresponden a la cosecha del año anterior.

Pero la realidad indica que la producción es menor en comparación a la campaña anterior, situación que se refleja en un fuerte incremento de las importaciones de grano de soja desde Paraguay, que de acuerdo a analistas privados se ubicó sobre las dos millones de toneladas en marzo y abril.

La tan promocionada importación de soja desde Estados Unidos es un caso aparte: mientras la mercadería paraguaya llegó a la industria argentino, los embarques arreglados con los norteamericanos corresponde a grano que recién se cosechará en septiembre 2018, y deberá contar con la aprobación del Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (SENASA).

De este modo, el sector exportador argentino se prepara para una fuerte caída en las ventas de poroto de soja, que podría disminuir hasta un 50% en relación al año pasado, y significaría un recorte de casi 1.000 millones de dólares en los ingresos para el fisco argentino.

 

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