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Una joya de Bochini

Hecho en Avellaneda: un viaje tras la huella del mejor gol de la historia de la Copa Libertadores

Ayer se cumplió un nuevo aniversario de un gol que carga con el peso de la injusticia. Por añejo no tuvo una cámara que lo filme completo como a millones de gritos intrascendentes ahora. Una obra maestra que merece redención de quien fuera el primer ídolo de Maradona.

Cuando un aggiornado Ricardo Enrique Bochini escribe en Twitter sobre un gol que pasó hace más de 40 años y se genera conmoción inmediata la necesidad de contar dicha historia se abre paso entre las prioridades del día como el propio mago de Avellaneda lo hacía con cuanto iluso se le pusiera por delante, añorando un quite que no llegará jamás.

"Todos me recordaron hoy el gol que le hice a Peñarol en 1976. Ya dije que para mí fue el mejor que hice. Creo que Astegiano me dio la pelota, eludí a uno y pensé hasta el área no paro. Por suerte la jugada me fue llevando y pude definir al segundo palo", escribió el nacido en Zárate para contar lo que para muchos es el mejor gol de la Libertadores, ni más ni menos.

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Ricardo Enrique Bochini, no fue sólo un extraordinario jugador y no estaba recordando un gol más. Estaba recodando “su mejor gol”. No el más trascendente, pero sí el mejor de un hombre que, además de dedicarle su vida y obra a Independientem se empecinó en marcar goles que ganaban campeonatos, como a la Juventus en la final Intercontinental del ´73 o el que le hizo a Talleres en la final del Nacional ´77 y así la paleta de muestras puede ser tan inagotable como injusta.


El primer hombre consultado es Borsa, el afable Borsa, nacido en el Fiorito de Avellaneda pero radicado en Lanús, es el hombre que dejó de lado su nombre de pila, por el que doblan las Campanas del Infierno en la radio y se enciende La cocina del rojo en teve. No le dan los años para haber sido testigo, pero no logra esquivar la emoción al hablar de aquello que le ha recorrido y recorre el imaginario desde purrete. Cuenta lo que le contaron y se le nota el entusiasmo y las ganas de haber estado, pero sabe que la historia de aquel gol es muy grande como para dar un testimonio de oído.
 

 

Tendrías que hablar con Vargas o con el polaco”, dice y fiel a la historia del rojo Borsa levanta la cabeza y ofrece dos posibilidades de pase para empezar a armar paredes en la búsqueda del objetivo. Vargas, es Walter Vargas periodista, profesor universitario y dueño de una sensibilidad literaria tal que le permite meterse en los ámbitos más variados con la misma naturalidad que se metió el Bocha en la historia. El pase de Borsa al nacido en Berisso tiene una particularidad: Vargas es pincha, pero juega para el equipo de los que entienden todo.

Cuando lo consulto me doy cuenta que me sacó dos pasos: En su último libro “El túnel del Centenario” hay un capítulo para el Bocha: “Variaciones sobre la gambeta” donde le pide al 10 que haga un ránking de sus goles favoritos a lo que Bochini responde: “El mejor fue con Peñarol en el 76, semifinal de la Libertadores. Creo que pasé a siete gambeteando casi recto y cuando salió el arquero, Walter Corvo, la toqué con el revés del pie y entró junto a un palo. Estaban Silva, Garisto, González, el 2 era Olivera y estaba Acosta, el que fue técnico de la selección de Chile”.

 

Un usuario de twitter le dejó esta imagen grñafica de la definición 


Sobre la calidad de la gesta no hay dudas, pero sobre la cantidad de gambeteados sí. La construcción de aquel gol tiene un dato de color: Quizás a Garisto lo haya pasado dos veces en la misma jugada, si se pasó a 7 capaz también fueron 8, pero es cierto que 10 tipos de amarillo y negro no pudieron con ese andar. Diez.

En “El túnel…” Bochini habla sobre la gambeta: “No es que tenés que mirar a los contrarios. Ni antes ni en el juego. Te va saliendo a medida que vas gambeteando. Por ahí gambeteás a la derecha del defensor, a veces a la izquierda, te vas dando cuenta solo. De antemano no sabés nada. Nunca sabés cuándo vas a gambetear más o menos. Yo gambeteaba más cuando era más rápido y tenía más reacción, pique corto, cambio de ritmo. Después, cuando perdí velocidad, cambié el juego. La gambeta es lo más importante, sirve mucho. Gambeteás a uno, a dos, a tres, y quedan menos para defender. No sirve la gambeta para los costados. El equipo no progresa en la cancha”. Palabras mayores del propio amo del engaño.

 

Cabeza levantada y pelota al pie: un Bochini auténtico


De Avellaneda a La Plata y de la capital de la Provincia a Almagro donde el necochense Eduardo “polaco” Caími, relator, abogado y docente, completa la obra del que llama “nuestro superhéroe”, hablando en código de hincha.

Caími nos lleva a la noche copera del 26 de mayo de 1976, la que podemos llamar la noche de los testigos privilegiados. La noche de las más de 40 mil personas en la Doble Visera que hoy son pocas en comparación de las vistas que mereció semejante obra. El Rojo venía de cuatro Libertadores seguidas -un hecho que aún no tiene similitudes- y este gol no existe para muchos ya que no coronó a Independiente y para buena parte de la patria futbolera, sobre toda la camada de los que rondan los 40, se perdió entre el brillo de los éxitos de los de Avellaneda.

“Eran semifinales de la Copa y después perdió con River que a su vez perdió después con Cruzeiro”, arrima el primer dato el Polaco “lo pasó a Giménez y a Garisto creo que lo paso dos veces. Un gol maradoneano, para adelante, gambeta pura bien como era la gambeta del Bocha”, larga en primera sentencia el relator.

La definición “maradoneana” abre un paréntesis en el relato. Dijo Diego sobre Bochini tras el mundial ´86: “Cuando vi que entraba Bochini, me pareció que tocaba el cielo con las manos, por eso lo primero que hice fue tirar una pared con él. En ese momento sentí que estaba tirando una pared con Dios..."

 

 

De vuelta a Caími sobre esa noche y sobre el propio autor material del gol imposible: “Fue gloriosa. En ese Independiente de las cuatro copas se estaban yendo algunas figuras, pero aparecían Trossero, Villaverde y el Bocha estaba bárbaro, de hecho, su mejor año fue el siguiente el ´77 antes del Mundial. Gambeteador, explosivo, una cosa extraordinaria, Magno


“El Bocha no hizo muchos goles, pero si decisivos y varios con cierta dosis de belleza, pero este fue distinto por la apilada”, dice el polaco. La llegada de la televisión y de monstruos como Maradona, Messi o Riquelme hicieron que lo audiovisual arrase con la memoria colectiva, por eso a quien escribe, siempre le quedó la sensación de que la gesta de Bochini no fue valuada a su precio real.


“A mí me da más a pensar que Maradona hacía bochineadas” me animó a decirle al polaco que no duda un minuto en devolverla al pie “Es así…quédate con eso”. El gol del memorable bocha aparece en el aire y la apilada de la que apenas se puede saborear el final, toma vida nuevamente y todo cobra sentido si la Copa más linda de todas tuvo el gol más lindo de todos.

 


 

Foto portada Archivo Revista El Gráfico

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