Deportes Infocielo
Papelón histórico

A cuatro años: repasá en detalle cómo fueron los hechos del vergonzoso 38-38 en las elecciones de AFA

En los albores del diciembre de 2015, el planeta futbolero quedaba boquiabierto ante un papelón sin precedentes en una elección para presidente. Después de 35 años de gobierno de Julio Grondona en la AFA volvía a haber elecciones pero quedaron sin efecto por una maniobra desleal. Con 75 votantes la votación termino igualada en 38.

Fue una jornada particular aquella del 3 de diciembre de 2015. La muerte de Julio Grondona le ponía fin a un gobierno a rienda corta de 35 años. Como nunca, la AFA quedaba expuesta cómo un banquete para dos bandos dirigenciales bien opuestos: Los de Luis Segura y los del por entonces ascendente dirigente dentro del monstruo de Viamonte: Marcelo Tinelli.

Ni bien falleció Grondona se supieron tantas cosas como las que se expusieron. Primero, que la AFA no contaba con una caja ni con registros claros de sus ingresos y también quedó claro que eran varios los aspirantes al trono que se habían llamado a silencio en más de una ocasión cuando el hombre del “Todo pasa” mantenía el cargo. Ese paneo inicial era digno de un guión de Martín Scorsese: Poder político, dinero e influencias quedaban en el horizonte de cientos de competidores, representados por dos apellidos.La mesa estaba servida.

TE PUEDE INTERESAR

Los bandos estaban claros. Del lado de Luis Segura, ex presidente de Argentinos Juniors que había dejado al club con una deuda de casi 100 millones de pesos, estaban su hijo Luis Fernando, Daniel Angelici, Damián Dupiellet, Claudio Tapia  y sus compañeros del Ascenso y del Interior y a último momento se sumó Hugo Moyano.

Segura, jefe interino  de AFA y  abrumado por la presión de los grandes, contaba con el respaldo de Claudio  “Chiqui” Tapia (ascenso) y Pablo Toviggino (interior). El confiaba en los 42 votos de los asambleístas. Tenía fe en sacar su plan a flote para salirse  del centro de atención y quitarse el peso de la espalda. Segura fue durante años apañado por Grondona y poco y nada hizo desde su lugar de dirigente por el fútbol argentino, algo que quedo en evidencia tras el fallecimiento de Don Julio y tenía a Segura en estado de tensión y paranoia permanente. Los perros grandes estaban hambrientos y su gruñido le erizaba la piel.

Del lado del popular Marcelo Hugo se encolumnaron: Rodolfo D'Onofrio, Eduardo Spinosa (ex presiendete de Banfield y por entonces tesorero de AFA), Julito Grondona, Juan Sebastian Verón, Gabriel Mariotto, Javier Marin (abogado de peso y conocedor del ascenso), Víctor Blanco y Matías Lammens.

Bajo un sofocante calor, dirigentes de toda Argentina se habían acercado a ese campo en el centro de entrenamiento de la selección albiceleste, en el predio de Ezeiza, cerca del aeropuerto internacional de Buenos Aires para formar parte de lo que debía ser un hecho histórico, cada grupo llegó por su parte y en clima de euforia. Pero todo terminó mal, la política sucia se había apoderado de la escena. 

Entre los 75 votantes estaban los representantes de los 30 clubes de Primera, 12 de lo que sería la segunda, 12 de tercera, seis de cuarta, cinco de quinta y diez de ligas de provincias. El rumor era que Segura “defendía” a los clubes modestos y Tinelli, a los grandes y a la profesionalización del espectáculo, toda esa especulación cayó bajo tierra a la hora de los sufragios.

Recuerda Cherquis Bialo que en la mesa de las autoridades se hallaban las doctoras Patricia Mo y Adriana Vicente de la Inspección General de Justicia, a su lado el doctor Mario Schmoisman, asesor letrado y apoderado de la AFA, el doctor Miguel Angel Silva, Secretario General de la AFA, Luis Segura, presidente de la AFA, Rodolfo D'Onofrio, Vicepresidente Primero de la AFA, Claudio Tapia, Vicepresidente Segundo de la AFA, y Eduardo Spinosa, Tesorero de la AFA.

El conglomerado de dirigentes se iba a transformar en un cuadro surrealista con el correr de las horas. Una vez terminada la votación y mientras se contaban los votos el rumor de la vergüenza se convertía en realidad y demostraba, una vez más, que el aparato dirigencial no estaba preparado aún para ser domado por otro. La huella grondonista era (es) demasiado profunda y hasta pareció escucharse la risa de Don Julio cuando la votación resultaba igualada en 38 votos.

Fue entonces cuando comenzaron los rostros de preocupación. Había un voto de más. El resultado no tenía lógica. Nadie fue capaz de darse cuenta de que en un sobre alguno metió dos papeles iguales y que por lo tanto había una que sobraba. Nadie fue capaz de identificar cuál dos de los candidatos se había beneficiado con ese voto doble y nulo. La vergüenza inicial se transformó en bronca y miradas de fastidio mientras que el hedor de la traición se olía en el aire y se apropiaba de la atmósfera.

Quienes estuvimos en Ezeiza ese día recordamos a Daniel Angelici decir “Somos hombres de bien” y pedir para que se vuelva a votar a viva voz. Pero muchos dirigentes preferían mantener sus preferencias ocultas, sobre todo cuando horas antes circularon presuntas amenazas contra ellos. En el medio uno de los votantes del interior ya se había marchado a su provincia después de votar, un dato que recordó el vicepresidente de River Plate, Jorge Brito (h) que pidió se suspendiera la votación, tal como terminó ocurriendo.

“Aparentemente dos boletas estaban pegadas; apareció una boleta más que no sabemos a quién le correspondía”, dijo Segura, echándole la culpa al calor. Tinelli dijo que fue una elección “muy extraña” y añadió: “Estamos muy sorprendidos de lo que pasó. El resultado de 38 a 38 es prácticamente un empate, habla a las claras de que por lo menos nos tenemos que sentar a hablar”.

Ángel Amor, entonces Defensor del pueblo de la Ciudad y sus  asistentes de Defensoría, los veedores del Juzgado N° 1 de la doctora María Romilda Servini, Alberto Piotti ( ex Juez Federal), la doctora Alicia López, el contador Horacio Della Rocca los abogados titulares de los estudios jurídicos que patrocinaban a los candidatos: Ricardo Gil Lavedra (Tinelli) y Mariano Cúneo Libarona (Segura) fueron testigos de lujo del hecho más vergonzante de la política institucional del fútbol argentino.

Alfredo Dagna, por entonces presidente de Olimpo de Bahía Blanca, no pudo evitar el exabrupto frente a las cámaras que seguían el detalle de lo que ocurrí en la cancha de futsal de AFA: "¡Que cagada! ¿y ahora que hacemos?", dijo mientras se acercaba a la mesa y trataba de explicar lo inexplicable. Para después tomar la palabra ante los presentes y oficializar el fiasco.

Lo que vino después es historia conocida. La Superliga se quedó con los derechos de lo que era la Primera División del fútbol argentino y Claudio Chiqui Tapia se erigió cómo el presidente de AFA, para explicarlo con simpleza, de la Primera Nacional para abajo. La torta que repartía el Fútbol Para Todos se terminó, el fútbol se volvió pago, las populares se van a 4000 pesos si se quiere ir de visitante mientras que en el ascenso los reglamentos se ajustan a los intereses de los amigos de Tapia. A cuatro años del papelón electoral más grande de su historia, el legado de Julio Grondona sigue más vivo que nunca.

 

Dejanos tu opinión