

Su padre, de Bilbao, contó la historia de un muñeco andrajoso pero fundamental para el sueño de su hijita: The Cebrit. Y ese relato tocó una fibra
A veces la experiencia más sencilla e impensada logra mover sentimientos muy profundos y mucho más universales de lo que uno cree. En redes un español contó la simple historia de "The Cebrit" un esperpéntico muñeco de peluche en forma de cebra, y de que manera si se perdía en la casa y no aparecía por un rato, su hija no lograba conciliar el sueño. Este relato motivó a otros miles alrededor del mundo a mostrar sus muñecos fetiches que parecen ser mucho más habituales de lo que todos podrían creer.
La historia del muñeco de la hija del usuario de Twitter Ivan Repila, oriundo del País Vasco, inicia así :
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"Mi hija tiene un muñeco sarnoso que no se puede lavar ni perder porque lo necesita para dormir.
De hecho, a veces tengo más miedo de perder ese muñeco que de perder a mi hija: a ella se la puede encontrar por el rastro de destrucción que deja.
A LA CEBRITA, NO.
No sabemos de dónde vino The Cebrit. Apareció un día en casa, en manos de la niña, pero nadie pudo reconocer ese trapillo menudo, sucio y lastimero. Una cebra pocha, con poco relleno, feúcha.
La niña, sin embargo, la escogió de entre los otros muñecos de peluche bellos y suaves.
Desde entonces, The Cebrit se ha convertido en una compañera indispensable para el buen discurrir del adormecimiento. Si no hay The Cebrit, en esta casa se llora y se grita hasta que The Cebrit aparece.
La primera regla de The Cebrit es que The Cebrit nunca está cerca.
La segunda regla de The Cebrit es que The Cebrit está siempre más cerca de lo que piensas.
Hasta hoy.
Hoy The Cebrit ha desaparecido. Nos hemos dado cuenta a mediodía, cuando la niña estaba medio durmiendo la siesta. No le hemos dado excesiva importancia, porque siempre aparece, pero todos estábamos mosqueados.
Faltaban cuatro horas para The Cebrit Time.
A medida que la tarde iba pasando, mi mujer y yo, cada vez más tensos, dedicábamos ratos entre juegos a buscar The Cebrit por toda la casa. Pero The Cebrit no estaba en ninguno de los lugares habituales.
De modo que nos hemos visto obligados a buscar en otros lugares.
Para añadir tensión al asunto, resulta que mi suegra había estado haciendo limpieza general esta mañana. Incluso había bajado a donar libros y reciclar movidas. Por supuesto, la sombra de The Cebrit en un contenedor por error se ha cernido sobre nosotros.
Hemos comunicado la situación por wassap y mi suegra ha regresado de unos recados a toda velocidad. La tensión en el hogar era patente. La niña no sabía qué, pero sabía que pasaba algo gordo, grave, cósmico.
Para evitar que la recordase, hemos usado todo el tiempo la palabra clave LA INNOMBRABLE delante de ella.
Faltaban dos horas para The Cebrit Time.
A partir de ahí, los tres como salvajes, el caos.
Hemos levantado colchas, colchones, somieres. Alfombras, cajas, cuadros. He revisado la basura orgánica, la de plástico, la de cartón. Hemos mirado en la lavadora, los armarios, la nevera.
Ya daba todo PUTO IGUAL: hemos mirado en los armarios del baño, en las cajas de herramientas, en la bañera, en lugares tan altos que hacía falta una escalera para ver algo.
Mi suegra, en un acto de EXTREMA DESESPERANZA, ha bajado al sitio donde había donado los libros A PREGUNTAR SI SE HABÍA DEJADO UNA CEBRA.
Decid cualquier lugar absurdo de una casa: ahí también hemos buscado.
Y luego, hundidos pero fingiendo normalidad ante la niña, ha llegado The Cebrit Time.
Con infinita calma y paciencia, mi mujer le ha explicado a Noa que la cebrita se había ido de vacaciones y que ahora lo tocaría dormir a ella sola.
Mi mujer a todo esto llorando, como es logico. La niña empezando a comprender la dimensión de la tragedia.
Empezamos a quitarle la ropa. Mi mujer y yo sollozando discretamente, mirándonos de reojo, preguntándonos en qué contenedor, en qué bolsa de basura, dónde habíamos fallado.
La niña empieza a gritar Eita, Eita, como todas las noches.
Nosotros nos desmoronamos.
Pero la segunda regla de The Cebrit, como he dicho antes, es que The Cebrit siempre está más cerca de lo que piensas.
Y ahí, sobre la cama, en una casa literalmente arrasada por un huracán de buscadores de cebras, la niña en pañales, lagrimones contenidos, sacamos el pijama con el que la niña dormirá, por vez primera, sin The Cebrit.
Y al darle la vuelta al pijama...
Atascada en una manga...
Un pijama que todos habíamos tenido en las manos, porque molestaba, unas trescientas veces durante las búsqueda...
EN LA PUTA MANGA DEL PIJAMA...
Ahí estaba The Cebrit.
Y mi hija, que no se ha enterado prácticamente de nada, duerme ahora plácida en su cuna, acompañada por ese muñeco tan sucio que solo tiene rayas negras y rayas muy negras.
Y yo me he servido un vino.
Mañana adjunto foto del muñeco, amigues. Lo prometo. De momento, recordad, para este 2021, que The Cebrit está siempre más cerca de lo que creemos".
Y al otro día el padre, protagonista de esta historia, cumplió y subió la foto de la famosa cebrita andrajosa, el muñeco de peluche de su niña.
Lo hizo en estos términos:
Actualizo este hilo, conmovido y (también) descojonado por tantas historias vuestras, cebrits conservadas y perdidas, remiendos, lavadoras asesinas...
Esta es The Cebrit por su lado menos sucio
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