La memoria emotiva suele dejarnos imágenes grabadas en nuestras retinas relacionadas con épocas infantiles en las que todo parecía más lindo. Un periodista quiso realizar un informe elogioso, sentimental, y algo melancólico sobre la fabricación de Mielcitas y Naranjú, productos muy consumidos cuando los hoy adultos eran niños, y que trae gratos recuerdos a pesar de nunca haber sido golosinas de alta calidad, pero visto el impacto que provocó está claro que no consiguió su objetivo.
El video muestra la fábrica cooperativa en la localidad de Rafael Castillo, Partido de La Matanza que confecciona ambos productos a través de imágenes del proceso de realización de las dos golosinas, muy características de la Argentina de los años 70 a los 90.
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Sin embargo el resultado de lo que quería obtener al publicarlo en redes sociales distó mucho del deseo nostálgico y emotivo que se planteó.
Porque la mayoría de los usuarios que vieron el video sintieron asco por la falta de condiciones higiénicas básicas para la preparación de estas golosinas, cuya particularidad es la de ser consumidas por niños directamente desde el envoltorio a la boca.
UNA HISTORIA DE CIERRE Y REAPERTURA
Tras tener que bajar sus persianas ante la crisis terminal de las PyMES en Julio de 2019, la fábrica Suschen, responsable de producir algunas golosinas históricas como las Mielcitas, las bolsas de semillas de girasol comestibles, y el Naranjú, reabrió como cooperativa dos meses más tarde, en septiembre de ese mismo año, ya siendo administrada por los 88 operarios que trabajaban ahí.
El informe de un periodista quiso mostrar nostálgicamente la fabricación de dos golosinas como son las Mielcitas y el Naranjú que traen un recuerdo dulce de la infancia. Pero algunos no lo tomaron bien, porque faltaba higiene en el proceso.
“Estuve en la fábrica de Mielcitas en Rafael Castillo, La Matanza. El mismo lugar donde se produce el Naranjú, cuya temporada alta va de agosto a marzo. Un olor a infancia hermoso. Y un lugar con historia”, escribió bicolicamente el periodista Sebastián Davidovsky, con la esperanza de recibir mensajes de amor hacia un pedazo de infancia que se develaba ante los ojos de quienes fueron niños hace 2, 3 y 4 décadas.
Pero no fue así.
La mayor parte de los espectadores reaccionaron en redes condenando lo que veían por la falta evidente de cuidados del tipo bromatoligico de la fábrica cooperativa en cuestión.
Un usuario dijo: “Es una mugre el lugar. Que vergüenza que no te des cuenta de la falta de higiene que falta ahí“.
Otro agregó: “Salubridad aprueba este manejo de alimentos? Es un horror lo q estás mostrando. No usan guantes, máquinas sucias, ambiente sucio, ni barbijos ni cofias, deberian clausurara ya mismo este lugar“.
Al parecer el periodista no se percató de la falta de las medidas higiénicas, y por eso también cayó en la volteada de las críticas al subrayar en su video el costado emocional de las golosinas Mielcitas y Naranjú, sin percibir que hoy no debería venderse un producto fabricado tan precariamente.
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