Sociedad
Tradición popular

Caña con ruda: ¿La cura milagrosa para pasar el invierno?

El primer día de agosto de cada año, miles de argentinos toman tres sorbos de caña con ruda en ayunas siguiendo una tradición ancestral. En la provincia, una pulpería continúa esta costumbre.

“Julio los prepara y agosto se los lleva” es el antiguo dicho popular que surge con los pueblos originarios de América Latina, y que se extiende aún hasta hoy para mantener viva la tradición de utilizar la planta de ruda como medicina para curar distintos tipos de afecciones. 

El octavo mes de cada año era el más duro para las poblaciones indígenas que habitaban el suelo del sur de América, quienes asociaban a esta época con la llegada de todos los males que traía el frío y las lluvias, como las muertes y la pérdida de las cosechas. El significado del refrán tiene que ver justamente con esto: en julio se empieza a propiciar  la muerte de aquellos que terminan falleciendo en agosto.

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En una época en la que no existían los grandes laboratorios internacionales que hoy se disputan la obtención de una vacuna efectiva para combatir al virus Covid-19, tampoco las cadenas de farmacias, ni se podía googlear desde un smartphone cómo tratar una determinada dolencia; los indios guaraníes se valían de la naturaleza, y en específico de la planta de ruda, como una de sus principales medicinas especialmente contra los parásitos, los malestares estomacales y la irritación de picaduras de bichos.

“En las misiones jesuíticas guaraníes de Paraguay, parte de Brasil y la zona de Misiones y  Corrientes, los curadores naturales tenían que usar las hierbas medicinales que poseían para curar a su gente”, explica a INFOCIELO la Licenciada en Trabajo Social y escritora misionera Julia Norma Catalano, autora del libro “Caña con ruda”, en donde da respuestas a todos los interrogantes sobre esta bebida.

“La ruda es una rutácea que tiene 60 variedades distintas, aunque en Misiones hay solo dos: la 'ruda macho ', como le llaman algunos, que tiene hojas grandes, y la 'ruda hembra', que tiene hojas chiquititas”, indica Catalano, aunque aclara, “en realidad la misma planta tiene los dos sexos, no hay ruda macho ni ruda hembra, solo que se utiliza la que tiene hojas grandes para mezclar con la caña porque son de sabor acre, más potente”.

Todos los años, miles de personas de distintos puntos del país retoman cada 1 de agosto esta costumbre ancestral que coincide con la celebración por el Día de la Pachamama, ingiriendo en ayunas, como dice la tradición, tres sorbos profundos de caña con ruda, aunque la escritora aclara que “se puede tomar durante todo el año, incluso me explicaron que se puede tomar cada ocho o cada doce horas, como si fuera un antibiótico”.

“La caña con ruda es un método preventivo, natural y ecológico”, detalla Catalano y agrega que “lo que se busca al consumir esta bebida es combatir las pestes que comienzan con el invierno, donde hace mucha falta estar preparado orgánicamente y también espiritualmente”.

Si bien Catalano recomienda ampliamente el consumo de esta bebida ancestral, también aconseja que las personas con presión alta, primero consulten a un médico antes de ingerirla: “Yo siempre le digo a la gente que por favor se controlen la presión porque si son hipertensos, conviene que bajen la presión antes de tomar los tres tragos. Además, si tiene algún problema de próstata, como gerontóloga no recomiendo que tome porque el alcohol va directamente a determinadas zonas genitales y es posible que, en vez de ayudar, a lo mejor se le puede generar un daño”.

Más allá de las propiedades medicinales que se le atribuyen a la bebida, la caña con ruda se popularizó en gran medida también por la creencia de que la ingesta ahuyenta las energías negativas, la envidia y la mala suerte.

Para esta fecha, en Misiones, Corrientes y Chaco, es común encontrar  a la venta botellas de caña con ruda en kioscos, como si se tratara de agua mineral o una gaseosa y, aunque se trata de una tradición con mucho arraigo en el litoral argentino, también se fue expandiendo a través del boca en boca y del vaso a vaso hacia otras provincias. 

¿Dónde se puede tomar caña con ruda en Buenos Aires?

En muchos bares antiguos y pulperías de distintos parajes de la provincia de Buenos Aires, el 1 de agosto no es un día más. En Roberto Payró, una localidad de tan solo 65 habitantes, perteneciente al partido de Magdalena, Pablo y su esposa Marcela reciben para esa fecha en “La Pulpería de Payró” a los parroquianos que se acercan religiosamente para tomar sus tres dosis de ruda con caña, como cortesía de la casa.

“Preparamos la caña con ruda junto con un amigo de la pulpería, Don Ponce, es entrerriano y hace casi 20 años que vive en Payró”, comenta Pablo, el dueño de esta auténtica pulpería de pueblo, “a una botella con caña le agregamos hojas de ruda, se deja macerar mínimo un mes, y el 1 de agosto convidamos a la gente que nos visita”.

La Pulpería de Payró, al igual que la tradicional ingesta de esta bebida, tiene un vínculo muy fuerte con el encuentro. El lugar donde hoy funciona fue construído a fines del siglo XIX, en 1875, y era el almacén de ramos generales del pueblo, pero también cumplía la función de correo y bolsa de trabajo, entre otras cosas. Allí, durante la década del 40, el padre de Pablo y sus hermanos, que viajaban en tren desde La Plata para visitar a su abuela Lolita, hacían tiempo en ese almacén, esperando que los pasara a buscar uno de sus tíos. “Ese era el lugar de encuentro de las familias”, señala el actual dueño de la propiedad.

“Desde que lo tenemos siempre pensamos en poder abrir para que la gente disfrute de la magia del lugar”, explica el dueño de este lugar que parece haberse detenido en el tiempo, “Nos visita gente que de chica estuvo allí y se emocionan mucho”.

Además de las clásicas copas de caña con ruda en agosto, también disponen de otros tragos y, los sábados y domingos al mediodía también ofrecen unas exquisitas empanadas fritas o al horno de barro, parrillada, papas fritas y sabrosos postres como panqueques, queso y dulce y un irresistible flan casero. Por la tarde, los protagonistas son los pastelitos y el mate y, para las fechas patrias, preparan el típico locro.


“Acá es todo sin apuro, la idea es que sea una buena atención y que la gente no tenga que desocupar la mesa para que la ocupe otro”, comenta Pablo que, junto a su esposa Marcela y algunos familiares más se ocupan de atender el lugar, que puede recibir hasta 40 personas por día, “a la gente le gusta mucho ir porque es un ambiente muy familiar y acogedor que atendemos en familia”. 

Al igual que muchos otros bares y comercios gastronómicos, la Pulpería de Payró, permanece cerrada desde marzo, cuando comenzó a regir el Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio que dispuso el Gobierno Nacional para prevenir los contagios en el marco de la Pandemia de Coronavirus

“Mi esposa y yo tenemos otra actividad aparte de la pulpería y los viernes vendemos en La Plata las mismas empanadas de carne fritas que ofrecemos allá”, dice Pablo, quien espera poder volver a abrir las puertas del lugar en breve. “No vemos la hora de poder reabrir, la gente está con muchas ganas de ir a pasar el día”. 

Una vez que retorne la normalidad, una propuesta más que interesante será visitar la pulpería, que funciona desde las 12 hasta las 18 y allí degustar un trago de ruda con caña de elaboración casera. A Payró, que se ubica a tan solo 50 kilómetros de La Plata,se accede por camino de tierra, desde Bartolomé Bavio; desde Ruta 36 (kilómetro 94,5); o desde Ruta 11 (kilómetro 57).

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