DILEMA OPOSITOR

Qué hacer con Macri, la gran pregunta de Juntos por el Cambio

Mauricio Macri volvió de Europa dispuesto a ocupar un lugar central de su partido. Pero choca con los planes de Rodríguez Larreta y los "moderados".

Mauricio Macri irrumpió en el escenario político, luego de dos semanas autoexilio en Europa, como un elefante en un bazar. La indiferencia que provocó en Juntos por el Cambio es a la vez la causa y la consecuencia de su comportamiento.

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Después de dos semanas de pasear por Europa -primero Francia, después Suiza-, el expresidente Macri se esforzó por hacerse notar en un escenario político que parece más agrietado que nunca. Tanto, pero tanto se esforzó, que terminó demostrándole a propios y ajenos lo aislado y lo desconectado que está.

En cuestión de horas sumó al menos dos tropiezos importantes. El primero incluyó una flagrante violación de protocolos sanitarios. Macri debería haber estado 14 días aislado -como toda persona que ingresa desde el extranjero-, pero su ansiedad por “figurar” lo llevó a convocar a dirigentes de Juntos por el Cambio para bajar línea política.

¿Horacio Rodríguez Larreta? ¿María Eugenia Vidal? ¿Cristian Ritondo? ¿Esteban Bullrich? No, apenas un puñado de intendentes. ¿Jorge Macri, entonces? ¿Néstor Grindetti? ¿Diego Valenzuela? Tampoco. Más bien Ezequiel Galli, Martín Yeza, Francisco Ratto, tres jóvenes jefes comunales de Juntos por el Cambio, del interior que, sumados, no representan a más de 300 mil vecinos.

La reunión con los intendentes fue presencial y generó polémica. Hasta puede decirse que pareció una emboscada, porque los jóvenes dirigentes ni siquiera sabían que Macri estaba en aislamiento y quedaron envueltos en un escándalo que, hay que decirlo también, tampoco fue tan grande.

Macri porfió con una carta abierta que publicó en el diario La Nación con el objeto de compartir su “inquietud sobre la dolorosa y delicada circunstancia que atraviesa la República Argentina”. Tampoco movió demasiado el avispero. Apenas cosechó algunos retuits, uno fue el de María Eugenia Vidal, otros de algunos intendentes.

El problema de Macri es que no es él, sino Horacio Rodríguez Larreta, quien está parado en el centro del ring, confrontando civilizadamente con Alberto Fernández. Lo dice cualquier análisis político. Lo dice incluso Google: en las tendencias de búsqueda, el apellido de Jefe de Gobierno porteño desplazó al del expresidente, por varios cuerpos. En la última semana, el “score” fue de 72 a 32 para Larreta.

También lo marcan las encuestas. La última, de Reyes Filadoro, marca que, al menos en la Provincia, Horacio Rodríguez Larreta es considerado el principal referente de Juntos por el Cambio, seguido de Mauricio Macri (24%) y de Patricia Bullrich (18%). El mismo estudio muestra que el 43% de ese electorado considera que su espacio está dividido. Y que los dialoguistas son más (el 61%) que los que prefieren confrontar (31%).

En Google y en las encuestas, el apellido Macri empieza a trazar la curva del olvido. En la política también. Si el expresidente tiene intenciones de competir o de mantener la influencia, primero debe confrontar con una camada de dirigentes que aspiran a ser su relevo.

Macri, que fundó el PRO a imagen y semejanza, tiene que dejar la posta. Soltar, le recomendarían los gurúes de la tele. Por ahora no els hace caso: se aferra al poder de la mano de lo más rancio de su estructura: Patricia Bullrich, Miguel Ángel Pichetto, pará de contar.

Larreta, Vidal, con sus ambivalencias, y los que impulsan la renovación de Juntos por el Cambio tienen sus propios problemas, por ahora menores. Emilio Monzó y Martín Lousteau, uno como pata peronista y otro como pata radical -ambos con pasado kirchnerista-, quieren posicionarse como una segunda ola renovadora. Dentro de esa disputa política, el abrazo de Macri es el abrazo del oso.

Si Macri insiste en disputar poder, a los cachorros del PRO no les va a quedar otra que incurrir en una suerte de parricidio político. Mauricio, que mantuvo una relación tormentosa con su propio padre, Franco -llegó a confesar que el patriarca Macri le pidió que se “haga cargo” de matarlo-, sabrá comprender. La pregunta es quién empuñará el arma homicida. GM

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