La Plata Sociedad
10 AÑOS DE LA INUNDACIÓN DE LA PLATA

Marcas de una ciudad bajo el agua: perdieron todo durante la inundación de 2013 y temen que vuelva a ocurrir

Graciela y Roberto fueron de los tantos afectados por la inundación de La Plata. A 10 años, cuentan su historia de dolor, búsqueda de justicia y perseverancia.

Este 2 de abril se cumplen 10 años de la inundación de la ciudad de La Plata, una de las heridas más dolorosas para los habitantes de la capital de la provincia. En un nuevo aniversario de esta tragedia, Graciela Ungaro y Roberto Olivera se animan a contar cómo fue vivir aquellas jornadas que quedaron marcadas a fuego en su memoria.

Aquella tarde del 2 de abril de 2013 en la ciudad de La Plata fue como un día cualquiera: temperaturas agradables del otoño y un cielo encapotado. Graciela estaba aprendiendo a manejar y le prepuso a su marido Roberto ir a practicar un rato a la Arana, donde el tránsito es menos tupido.

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Ya sentada en el volante, la mujer escuchó como algunas gotas caían sobre el techo del vehículo. Ya lo sabía. Antes de salir había visto en la televisión como las calles de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires se inundaban. Pero eso era habitual en aquella ciudad. Pero lo que no sabía es que irse de su casa, ubicada a cuadras de Parque Castelli, le salvarían la vida.

Al cabo de unos minutos, la lluvia era muy intensa, al punto que Graciela estacionó en la banquina y le pasó el mando de la conducción a Roberto. Se hicieron las cuatro de la tarde y retornaron para su casa.

A pocas cuadras de llegar, observaron que el panorama se estaba tornando complejo. Los autos comenzaban a quedarse varados en las calles y llegar a destino era casi imposible. El agua subía sin parar. Tras intentar miles de maniobras, optaron por dejar el auto estacionado y se refugiaron arriba de unos techos.

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Así quedó la vivienda de Graciela y Roberto tras la inundación del 2 de abril de 2013.

Así quedó la vivienda de Graciela y Roberto tras la inundación del 2 de abril de 2013.

Cada segundo y cada gota de lluvia se volvía más desesperante. Los vecinos comenzaron agolparse buscando auxilio o algún tipo de consuelo. Las bonitas calles de la ciudad se transformaron en ríos furiosos, que arrastraban todo lo que pasaba por su camino. Los autos flotaban y la única forma de transitar era en kayak o simplemente a nado.

Pasaron las horas y se hicieron las 7 de la mañana. Todos los vecinos salieron a las calles: parecían zombis. Graciela y Roberto intentaron volver a casa, hasta que se cruzaron con un hombre que les dijo: "No vas a poder ir a tu casa, está bajo el agua". Finalmente, a las 11 de la mañana, pudieron ingresar a su vivienda. Pero nada volvería a ser como antes.

Mesas, sillas, cama, electrodomésticos, ropa, documentación, fotos, la biblioteca que formó en 20 años de trabajo como docente, absolutamente todo: el sacrificio de una vida entera bajo el agua. "En ese momento se me cayó el mundo abajo", expresó acongojada Graciela en diálogo con Infocielo.

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Graciela y Roberto se tomaron la mano, se sentaron en la cama empapada, se abrazaron y lloraron. Tomaron conciencia de que una nueva etapa de su vida había comenzado. La lucha y la perseverancia tenían que ser más fuerte que el 1,90 de agua que arrasó con una vida de sueños.

A medida que el agua iba bajando, los vecinos de La Plata comenzaban a sacar su casa, literalmente, a la calle. El desamparo era total. Barro, bichos y humedad se hicieron costumbre durante días e incluso semanas en las casas platenses. "Parecía una guerra", recordó Graciela.

Aquellas fatídicas jornadas registraron la caída de 400 mm acumulados en tan solo cuatro horas. Los barrios de Parque Castelli, La Loma, El Carmen, Villa Elvira, Las Quintas y Tolosa fueron los más afectados. La inundación dejó un saldo de 2.200 evacuados, 89 personas fallecidas (confirmadas judicialmente) y un sin fin de hogares destruidos. A 10 años de la inundación, aún se continúan pagando las consecuencias de una herida que jamás se cerrará en la historia platense.

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Una tragedia que podía evitarse

Con el paso del tiempo, Graciela y Roberto, como tantos otros platenses, formaron parte de distintas asambleas: Asamblea Inundados Tolosa, Asamblea Vecinal Villa Elvira y Asamblea Parque Recreativo para Los Hornos. Las mismas se conformaron, principalmente, para exigir justicia por una tragedia que podía evitarse.

"Ya se había alertado de que la ciudad se podía inundar y las obras ya estaban anunciadas para evitar esto”, recordó Graciela.

La asamblea vecinales formaron parte de la causa judicial que se inició como consecuencia de la inundación. El juicio se llevó a cabo el 6 de marzo de 2019.

La causa contaba con dos imputados: Sergio Ariel Lezana, funcionario de Defensa Civil municipal, y Miguel Ángel Di Lorenzo, titular de Defensa Civil de la Provincia de Buenos Aires.

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El primero, falleció un tiempo antes. El segundo reconoció no haber cumplido con sus funciones como director de defensa civil. De esta manera, gracias artículo 378 del Código Procesal Penal de la Provincia de Buenos Aires, ante la confesión del imputado podría omitirse la presentación de prueba.

"Fue un juicio mordaza. No permitieron que declararan los testigos", sentenció Graciela.

Finalmente, Lezana pagó una multa de 12.500 pesos y fue inhabilitado para ejercer cargos públicos entre un mes y un año.

Sin embargo, el miedo de los platenses a que vuelva a ocurrir lo mismo persiste. Entre los principales reclamos, se insiste en que se continuen las obras hidráulicas; que se dé a conocer el mapa de riesgo, donde se delimitan las zonas con mayor probabilidad de inundación; y el plan de contingencia y alerta temprana, entre otros.

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"Obras se hicieron, pero no alcanzan. Si ocurre otra inundación, que va a ocurrir, el agua va subir, solamente que va a bajar más rápido. Por lo tanto, la población tiene que saber a dónde ir si vuelve a haber una inundación", agregó.

"No lo hacen por los emprendimientos inmobiliarios. Al intendente Julio Garro le interesan más sus amigos, los pools inmobiliarios, que las vidas de los platenses", denunció la afectada.

La lluvia es una herida en el alma

Tras la inundación, el matrimonio tuvo la fortuna, si así puede llamarse, de que el padre de Graciela, les preste una quinta donde vivir. Con los pocos objetos que había sobrevivido de la tragedia, se instaló durante más de cinco meses.

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Como tantos otros platenses, la pareja tuvo que hacer filas interminables y llorarle a los bancos para pedir un préstamo que no alcanzaba para nada. Con unos míseros 15 mil pesos y un subsidio de 2.500 pesos tuvieron que reconstruir su vida. Pero los costos no son solo materiales.

"Las primeras noches no podía dormir. Me levantaba llorando y me acostaba llorando. Esos días llovía y miraba por la ventana con miedo a que vuelva a llover. No podía quedarme sola", contó.

Hasta 2019, cuando la calle donde se ubica la casa de la pareja se abnegaba, tomaban sus cosas y huían, con miedo de volver a inundarse. Ahora, desde aquel trágico día cada vez que llueve mucho se dirige al frente a su vivienda para ver por donde está el agua.

Los primeros años, cuando estaba sola y llovía le daban ataques de pánico. Mientras estaba en su trabajo, dando clases, siempre que llovía muy fuerte lloraba frente a sus alumnos de quintl y sexto grado. Debido a ello, tuvo que pedir cinco meses de carpeta psiquiátrica.

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Cada vez que recuerda aquella mañana donde ingresó a su casa y el agua había arrasado con todos los años de sacrificio, aún pasados 10 años, a Graciela se le quiebra la voz.

"Hay mucho dolor, mucha tristeza. Por lo más de 89 fallecidos vamos a seguir en la lucha para que esto no vuelva a ocurrir. Por memoria, verdad y justicia, La Plata no olvida", cerró entre lágrimas.

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