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Facundo Calabró: el influencer catador de alfajores

Con 23 años, Facundo Calabró ya probó más de 400 alfajores distintos, a los que les dedica una reseña en su blog. Sus críticas originan polémica en las Redes

Artesanales e industriales, populares y premium, rebosantes de dulce de leche o con relleno frutal; agridulces, hechos con arroz, y hasta veganos. ¿Sobre gustos de alfajores no hay nada escrito? En realidad sí, porque Facundo Calabró, publica desde 2016 en su blog solemnes reseñas de cada alfajor que llega a su paladar.

“...El Cachafaz ofrece una experiencia celestial desde todo punto de vista. Lo supe desde el primer momento, desde que su cobertura me guiñó el ojo y me incitó a recorrer, con los dedos, su relieve; desde que lo tomé entre las manos y percibí su peso divino, desde que lo olí (su olor, Dios mío, es una maravilla)”, dice uno de sus posteos, donde pareciera estar narrando un encuentro fogoso con la persona que lo enamora por completo. Pero no, la cita es con un alfajor y, aunque pueda resultar extraño, Facundo no se considera un apasionado de los alfajores.

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“La característica que traigo desde mi nacimiento no es tanto del fanatismo por los alfajores, sino más bien el fanatismo por el tratamiento friki o nerd de distintas cuestiones, entre ellas las cuestiones más cotidianas y populares”, explica Facundo Calabró en diálogo con INFOCIELO y agrega: “Hay un cruce que a mí me atrae mucho entre cierta retórica o punto de vista medio académico y muy sofisticado, con un objeto de estudio muy popular y casi vulgar, como lo es un alfajor. Ese cruce me divierte mucho”.

En la presentación de su sitio web el Catador de Alfajores que, entre sus redes sociales, reúne casi 130 mil seguidores, aclara: “Era una joda y quedó”. Lo que empezó como una broma hace ya 4 años, fue teniendo cada vez más repercusión y sus reseñas comenzaron a disparar debates de todo tipo entre los idólatras alfajoreros.

https://twitter.com/MegaSackman/status/1126812562862088193

“Las redes sociales son un terreno muy propicio para cualquier tipo de discusión y recibe muy bien las discusiones sobre alfajores”, comenta el joven que, por fuera del mundo de las golosinas, es locutor recibido en el ISER y Community Mánager. Según él, en Argentina existen fuertes rivalidades entre los adoradores de las distintas marcas, tal como si se tratara de equipos de fútbol o de escuderías en el caso de las carreras de autos. “Hay un superclásico y muchos clásicos: el Superclásico creo que es Havana - Cachafaz, o por lo menos lo fue en algún momento cuando había más gente que los podía consumir; ahora ya es un Superclásico de ciertas clases…”, comenta el Catador de Alfajores, quien considera que este cruce está más cerca de parecerse a un Superclásico de la Premier League que a un Boca River.

Y si se habla de alfajores que despiertan pasiones exacerbadas que se escapan a todo tipo de juicio objetivo y que podrían llegar a generar acaloradas e interminables discusiones; resulta imposible omitir al célebre alfajor quilmeño Capitán del Espacio, una leyenda de Zona Sur, que tiene mucho de mística. “Capitán del Espacio es más bien una rivalidad entre el Conurbano y Capital Federal, aunque no está tan claro cuál sería el rival. Si uno piensa en el alfajor porteño tiene que hablar sin dudas de Jorgito porque se vende mucho en Capital Federal y muy poco en el interior, y además la fábrica está en Boedo, uno de los barrios más porteños que existen”, señala Calabró aunque aclara que en realidad “casi nunca se plantea en esos términos de Capitán versus Jorgito”.

https://twitter.com/alfajorperdido/status/1286669213201965057

¿Por qué se dan debates en torno a una golosina? Para Facundo, hay algo que va más allá del sabor y que tiene que ver con el vínculo afectivo que cada persona tiene con el producto, generalmente asociado a recuerdos de la infancia. El que más le llegó al corazón al Catador, y por el que aún hoy siente un afecto especial es el modesto Fulbito, que le daban de merienda en la colonia a la que iba de chico. A pesar de considerarlos “asquerosos”, afirma: “Lo quiero porque me lo daban, un poco a la fuerza, no lo quiero por ningún otro motivo. Me causa ternura la precariedad de ese producto”.

El joven degustador prefiere no suprimir la parte emotiva a la hora de hacer sus reseñas. “Se puede estudiar un alfajor con fines analíticos pero, en última instancia, me parece que el alfajor es todo eso: es su barrio, son las anécdotas que se tejen en torno a él, es su historia, sus consumidores”, sostiene y agrega: “Me parece que si uno realmente pretende analizar los alfajores desde un punto de vista objetivo, tiene que dejar de lado toda esa parte que para mí es la más interesante, que es su influencia y su relación con la cultura”.

https://twitter.com/alfajorperdido/status/1235199858631467010

A quienes también les cuesta muchas veces escindir el sentimiento hacia el producto del juicio analítico es a los mismos productores, que en algunas ocasiones están más susceptibles y reaccionan ante una crítica de Facundo, como si se tratara de una puñalada. “He tenido algunos cruces con Hugo Basilotta (dueño de Guaymallén) y con el dueño de Fantoche en algún momento”, recuerda.

La discusión con Basilotta que, en poco tiempo se volvió viral en las redes, se generó a partir de un posteo que Facundo Calabró realizó en su cuenta de Twitter(@alfajorperdido), donde sorteaba tres cajas de alfajores Havanna 70% cacao. Basilotta intercedió comentando: “¿Tres cajitas le dieron, catador? ¡La próxima le dan tres alfajores! ¡Qué bárbaros! ¡Venga que yo le doy mucho más caviar!".

https://twitter.com/porquetendencia/status/1226192721704095747

El intercambio venía bien hasta que el propietario de la fábrica radicada en Mataderos se sintió ofendido cuando el Catador de Alfajores le pidió que se hiciera cargo del envío de las 20 cajas a los ganadores del sorteo que se encontraran en el interior del país.

“Yo soy muy respetuoso cuando hablo de productores artesanales, y con productores industriales me permito otras libertades. Yo disfruto mucho de criticar, es mucho más divertido criticar que elogiar ”, dice Facundo Calabró, quien prefiere apuntar hacia las grandes empresas internacionales: “A las multinacionales no les preocupan mis críticas, o ni saben que existo, entonces a Mondelez y, en menor medida, a Arcor, me permito criticarlas un poquito más. Pero no criticar por criticar, sino porque realmente la mayoría de las cosas que hacen no me convencen demasiado”.

La biblia del alfajor argentino

Luego de cuatro años inmerso en el mundo de una de las golosinas más populares en Argentina, Facundo Calabró se consolidó como un erudito en el tema y, a principios de este año, Editorial Planeta publicó En busca del alfajor perdido, donde el Catador se propuso investigar la historia del alfajor, contando historias insólitas y divertidas de las distintas marcas nacionales, entre ellas Havanna, Cachafaz, Guaymallén, Jorgito y Capitán del Espacio.

“En la primera parte del libro, lo que hago es rastrear la evolución del concepto de alfajor desde sus orígenes árabes hasta su presente industrial, proponiendo algunas hipótesis de qué pudo haber pasado para que el alfajor se transformara tanto a lo largo del tiempo; después tiene una parte más periodística, donde hablo de la historia y de las cosas más curiosas de algunas marcas conocidas; tiene también dos o tres crónicas en donde cuento sobre algunas Fiestas del Alfajor a las que fui durante la escritura del libro; y, por último, una parte más artística, delirante, en donde se plantean cuestiones más especulativas sobre el alfajor“, comenta su autor.

https://twitter.com/alfajorperdido/status/1234470156660805634

“Yo digo que es un libro medio monstruoso porque tiene partes muy disímiles entre sí, muy heterogéneas”, reconoce pero también aclara que “con esa monstruosidad se hace honor al alfajor que también es un poco monstruoso y tiene como muchas caras muy diversas que se engloban bajo un título general, que es el de ´alfajor´”.

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