LOS HIJOS DEL 2001

Con un oído en el Vaticano y otro en el barrio: Juan Grabois, el dirigente social del momento Desde su balcón, los pobres en la noche “CFK es víctima de la mafia de Comodoro Py” Ya no un desconocido

Juan Grabois ya no es desconocido. Su relación con el Papa Francisco y su reciente detención, lo propulsaron como un referente social joven y combativo. Considera que la posibilidad de integrar un frente para apoyar a CFK en 2019 no lo convierte en kirchnerista. Así como tampoco lo aleja de los trabajadores de la Economía Popular, su procedencia de clase media y su lenguaje más bien intelectual.

-Por Julián Pilatti-

La lluvia empapa a unas cien personas que se agolpan en las puertas de la comisaría 18, en Capital Federal. Adentro está detenido Juan Grabois y otros integrantes de la Confederación de los Trabajadores de la Economía Popular (CTEP), luego de que la policía reprimiera un pedido de libertad para unos manteros senegaleses, arbitrariamente encarcelados.

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-El pueblo y sus organizaciones populares hemos cumplido nuevamente con la defensa de los humildes: ¡Nos vamos con todos los militantes liberados! –son las primeras palabras que exclama Grabois una vez afuera, mojado y con una campera de cuero, junto a su gente.

En solo dos horas, su detención causó una insólita reacción en el mundo de la política, logrando que muchos se lancen a expresar su solidaridad por las redes sociales o bien se acerquen a la comisaría porteña para pedir la inmediata liberación. Entre ellos, el premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel, organizaciones de Derechos Humanos como el CELS, dirigentes peronistas como Felipe Solá o Agustín Rossi, e incluso una ONG como Techo, a la que le valieron críticas por haberse posicionado políticamente en ese momento.

Pero Grabois, el dirigente social más importante dentro de la CTEP y uno de los más combativos en el denominado Campo Popular, había sido un personaje ignorado durante muchos años hasta que su militancia fue tomando peso propio y también –o principalmente- cuando los medios de comunicación conocieron de su cercanía con el Papa Francisco.

Desde ese día, Grabois dejó de ser un rostro más en medio de la multitud de pobres que peregrinaban hacia Liniers para pedirle trabajo a San Cayetano, o que marchaban hacia el Congreso para exigir que los diputados declaren la Emergencia Social. También desde ese día, a muchos les costaría catalogarlo políticamente.

Desde su balcón, los pobres en la noche

 

Juan Grabois nació el 23 de mayo de 1983, a cinco meses de que Raúl Alfonsín triunfe en las primeras elecciones electorales que dieron paso formalmente a la vuelta de la democracia, tras siete años de una dictadura militar que secuestró, torturó y desapareció a 30 mil personas.

Su padre, Roberto “pajarito” Grabois, había sido uno de los fundadores del Frente Estudiantil Nacional (FEN) y fue encarcelado durante la dictadura de Onganía en 1969. En esos años, “pajarito” logró ser recibido por el mismísimo Perón en su exilio de España.

Casi 50 años después, su hijo tendría similar experiencia con otro líder indiscutible como lo es el Papa Francisco, tras su arribo al Vaticano.

Sin embargo, esa tradición peronista que algunos creen se transmite por los genes, no convirtió a Juan Grabois en un clásico militante del peronismo. Al menos no desde lo partidario y con los referentes del movimiento.

De hecho, su despertar ideológico comenzó a través del marxismo mientras estudiaba Derecho en la UBA. Aquello sucedió en los fervorosos días de diciembre de 2001, donde las consecuencias de las medidas del neoliberalismo terminarían por hacer eclosionar a gran parte de la sociedad, lo que desencadenó en la renuncia del por entonces presidente Fernando De la Rúa. 

Es por eso que su mirada política fue, como la de muchos jóvenes “hijos del 2001”, la del hartazgo y rechazo a todas las ofertas partidarias del momento. Pero Juan encontró una causa en la cual poder volcar su sensibilidad social cuando se mudó por primera vez solo a un pequeño departamento de la Capital Federal, al límite de los barrios Almagro y Palermo.

Allí, varias noches observaba desde su balcón a un grupo de cartoneros que se confundían entre las bolsas de residuo en medio de la oscuridad, en búsqueda de elementos para reciclar y así zafar unos días al hambre.

Juan cuenta en una nota con Revista Anfibia, que su primer acercamiento a aquellas personas fue cuando les ofreció mate cocido y unos panchos. Fue el modo de romper la distancia abismal entre su clase y la de los pobres. De esa forma fue conociendo los barrios de los “nadies” –como había poéticamente descrito Eduardo Galeano-. La vida de los cartoneros, la historia de los más olvidados por el Estado y sus urgentes necesidades.

Desde entonces, preferiría rodearse de “pobres” y no tanto de “progres”.

Aquello significó el comienzo de un recorrido que lo llevaría a fundar el Movimiento de los Trabajadores Excluidos (MTE), que en la actualidad cuenta con más de 300 cooperativas y lo integran aproximadamente 25 mil trabajadores; entre ellos, Textiles, cartoneros, trabajadores rurales, de vivienda e infraestructura y trabajadores de la vía publica. También hay cooperativas para ex detenidos en búsqueda de su verdadera reinserción social.

Este es uno de los sindicatos más importantes dentro de la CTEPuna especie de CGT de los trabajadores informales-, que por sí sola enumera a cerca de 3 millones de integrantes en todo el país y se posiciona, cada vez más, como un nuevo sector dentro del movimiento obrero.

Pero en 2007 esa construcción apenas comenzaba y Juan Grabois se había tentado de invitar al por entonces cardenal Jorge Bergoglio para que asistiera a una jornada que preparaban con sus compañeros. “No puedo, pero vení a verme”, fueron las palabras de quien seis años después se convertiría en el líder religioso de todo el mundo católico.

Nadie conoce a fondo el tipo de relación que tuvieron Grabois y Bergoglio antes de que este último se convirtiera en Papa, pero lo cierto es que eso ya bastó para que el joven referente se posicione como un interesante puente entre la doctrina social de la Iglesia y una proyección política más bien cercana a la Izquierda Popular.

Para Grabois, Francisco “tiene un rol político fundamental”, porque lo considera uno de “los pocos hombres que iluminan este mundo tan oscuro”. Sus discursos ponen en el centro a los descartados y a la madre tierra y por eso, el referente de la CTEP cree que representa la visión “más progresista de la Iglesia en el mundo”.

Su cercanía al Papa también genera controversias dentro de las organizaciones que a su vez, ven a Grabois como un joven referente más que potable. Es que parte de los intereses de la Iglesia contradicen las nuevas miradas de género y feministas, como fue particularmente el debate sobre el aborto, al cual Grabois sinceró después de mucha presión, que estaba en contra.

“CFK es víctima de la mafia de Comodoro Py”

 

A una semana de que se rumoreara su posible salto a la arena política desde un frente con organizaciones de izquierda –tal como lo adelantó INFOCIELO- Grabois fue detenido y maltratado por la policía de Buenos Aires, cuando pedía junto a otros compañeros la liberación de seis vendedores senegaleses.

Ese frente que en un futuro quizás conduzca, siendo o no candidato, se daría para dar el expreso apoyo a la candidatura de Cristina Fernández de Kirchner en 2019. Una forma de tomar posición frente a un duro panorama social y para marcar la agenda de los movimientos sociales que preside Grabois.

Aquello y su presencia en Comodoro Py cuando CFK volvió a ser citada por Bonadío, le valió críticas de todos los sectores y también ayudó para que muchos lo empezaran a catalogar de “filo K”.

Pero lo cierto es que Grabois ha aclarado en reiteradas oportunidades que “no” fue ni es kirchnerista. En ese sentido, también ha dejado frases contundentes, que se atreven a abandonar una mirada testimonial de la historia y proponen una nueva visión de la política.

“La proscripción de Cristina sería tan grave para la democracia como que lo volteen a Macri”, expresó hace poco en una entrevista para La Nación+.

Grabois –en síntesis- quiere dejar en claro que tuvo muchas diferencias con el kirchnerismo, pero admite que la ex mandataria fue “una gran dirigente política”, que a pesar de sus “muchas deudas” con el pueblo, “en este momento es víctima de una mafia, que es la mafia de Comodoro Py”. 

Frente a eso, no parece permanecer indiferente o querer mostrarse como “neutral”.

Ya no un desconocido

 

Marxista, cristiano, equilibrista al aplicar un lenguaje de barrio y otro más intelectual. Un poco parco, pero con carisma a la vez. Juan Grabois sintetiza una nueva generación política, que fue demasiado joven para resistir en los 90, pero que tomó conciencia con el estallido de la crisis del 2001. Los doce años del kirchnerismo lo fogonearon en la militancia sin caer en sus filas y hoy, frente a una coyuntura de un asfixiante ajuste, figura como un potente adversario de las políticas anti populares aplicadas por el gobierno de Mauricio Macri.

Con un oído en el Vaticano y otro en el barrio.

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