Esos pocos centímetros que separaron a Maximiliano Zalazar del último hombre de San Lorenzo le impidieron al refuerzo de Gimnasia celebrar un golazo que hubiera significado también un desahogo. Y es que el extremo que llegó de Boca definió bárbaro ante la salida de Orlando Gill pero su toque de clase quedó anulado por una leve posición adelantada.
En el contexto de un partido en el que Gimnasia buscó ser compacto para luego jugarle rápido a los espacios a San Lorenzo, un pelotazo rechazado por Jhohan Romaña derivó en un anticipo de cabeza de Facundo Di Biasi. Bien direccionado, por cierto: luego de una pifia del colombiano, la pelota le quedó a Zalazar, quien con destreza y velocidad giró y dejó pasar a Gastón Hernández para luego definir cruzado y con paciencia.
Sin embargo, cuando ya corría hacia el sector de los bancos para celebrar el primero, Zalazar se tomó la cabeza sorprendido por la decisión del línea Pablo Gualtieri de no convalidar la acción. No obstante, el juez estaba acertado: al momento que Di Biasi cabeceó, Maxi se encontraba en offside. Por muy poco, es cierto, pero lo estaba.
¿Qué fue lo que protestó Gimnasia? Que al momento de ir al piso para el segundo rechazo de Romaña, Zalazar sí estaba habilitado. Para el juez ese yerro no fue considerado un pase voluntario -que sí habilita al jugador adelantado- sino accidental, cosa que no le da luz verde a quien está en posición indebida de aprovechar y convertir.
No obstante, más allá de la anulación, para Zalazar fue positiva esa acción: demostró todo aquello que Alejandro Orfila le vio al momento de ficharlo. Inteligencia, paciencia y contundencia para lograr desnivelar en los últimos metros. Algo que ante Instituto, en un encuentro mucho menos prolijo a nivel colectivo, le había costado hacer pese a su enorme desgaste. Un esfuerzo físico que lo había obligado a retirarse acalambrado.