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El Pincha ahora hace cuentas entre ladrillos y promedio

Carlos Salvador Bilardo fue el último héroe de Estudiantes en darle vida a un equipo que se encontraba muy apremiado con el descenso y que logró mantener la categoría y solidificar un trabajo futuro apelando a jugadores del club y con sentido de pertenencia.

 

Allá por los años 2003 y 2004 el Pincha dejaba atrás una etapa de pobres torneos y poca cosecha, para darle paso a una nueva era de desafíos importantes que se solidificó con Reinaldo Merlo como entrenador y que se potenció con el regreso de Juan Sebastián Verón. Después de más de una década de pelear y ganar títulos, y jugar Copas Internacionales, hoy volvió a prestarle atención a la calculadora pensando en mantener la categoría.

 

Los pobres resultados que cosechó el plantel en la segunda parte del 2018, sumados a lo poco que sumó en los últimos años, encendieron una alarma en el Departamento de Fútbol, y los protagonistas que toman decisiones entendieron la dimensión de los que unos adelantados marcaron hace un tiempo atrás. Con 18 puntos en 17 partidos, después de sietes encuentro sin victorias y con ocho fechas por delante, la alarma volvió a sonar y el entrenador se puso un plazo, el próximo rival.

 

 

 

LA FIESTA NO DURA PARA SIEMPRE


 

Edgardo Valente es uno de los ex presidentes más respetados en Estudiantes. Su gestión fue importante en un momento delicado del club y sirvió de base para lo que el club consiguió años más tarde. Justamente este socio, y ex directivo reconocido, es quien celebró la frase: “Después de la fiesta hay que limpiar al salón”.

 

Esos dichos se escucharon de su boca y de otros tantos hace unos años atrás. Por entonces, Enrique Lombardi transitaba su gestión, Enzo Pérez y Mariano Andujar eran refuerzos por préstamos caros y el equipo perdía potencial por ventas y problemas económicos. Atrás ya habían quedado equipos de nombres rutilantes, resultados importantes con la conquista de tres títulos, y de presupuestos alocados. La institución multiplicó sus deudas y su pasivo superó la barrera de los 100 millones, muy lejos del control diario que tuvieron gestiones anteriores.  

 

 

Pero nadie agarró la escoba. Competir internacionalmente tiene un costo y aún más lo tiene para una institución que desde el año 2005 no juega en su estadio y se encuentra en obra permanente con una inversión que superó los 45 millones de dólares.

 

Poco tiempo después, por el año 2014, distintos dirigentes y actores se golpeaban el pecho diciendo que para el 2015-2016 el estadio iba a estar terminado. Mentira. Eso no sucedió y el club pasó a deber cada vez más millones. Las joyas estaban vendidas o prontas a ser vendidas y con ello vinieron torneos con mercados más cautelosos y repleto de apuestas.

 

 

ENTRE EL CUIDADO, LAS APUESTAS Y EL ESTADIO


 

Con Juan Sebastián Verón como presidente y Agustín Alayes como Secretario Técnico, Estudiantes vivió una nueva etapa de gestión donde reordenó la caja diaria, frenó la deuda, aunque no la redujo, y apeló a financiación externa para costear un estadio que con la plata propia era una dinamita. Pero esa financiación se demoró, otra opción se cayó y los dirigentes mandaron al estadio los millones de la venta de las últimas joyas, apremiados por la crítica de socios e hinchas.

 

Hoy el club transita un año importante. Con la financiación externa asegurada el estadio está cada vez más cerca, aunque sin fecha cierta y con la ansiedad del hincha que ya no quiere escuchar promesas, y solo espera ingresar nuevamente a 1 y 57. Pero además transita un calendario donde el fútbol pasó a ser un deporte de cuidado, producto de los últimos años de malos y pobres mercados de pases y pésimas campañas deportivas.

 

 

Después de muchas apuestas que no resultaron y que el contexto económico no les permitió esperarlas, con otros jugadores de dudosa o desconocida procedencia, los dirigentes y empleados tomaron nota de que el tiempo de apuestas se acabó y trataron de asegurar la bocha. Así buscaron darle alguna herramienta más a Leandro Benítez que con pocas tiene que defenderse en Primera.

 

A pocos días del comienzo de un nuevo año, nuevamente en competencia, hay números que asustan: Estudiantes consiguió 54 puntos de los 132 que disputó desde la llegada de Gustavo Matosas, contando el paso de Lucas Bernardi y el presente de Leandro Benítez. Así el promedio pasó a ser un tema relevante, tanto como lo es la obra del estadio. El horizonte obligó a ajustarse el cinto y dejó en el camino a varios asfixiados. Ese cinto sigue apretando, pero ahora sumado al ruido de la calculadora.

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