Análisis

A caballo regalado no se le miran los dientes

Troglio lo dijo en conferencia de prensa: “a veces te toca pasar jugando mal”. Y así fue cómo Gimnasia se metió entre los cuatro mejores de la Copa Argentina, esperando jugar contra River. El equipo rival fue mejor, pero con osadía y una pizca de suerte, terminó pasando por penales. No hubo conexión, no funcionó el plan, pero la sonrisa terminó en cada uno de los triperos.

Por momentos, quiso lastimar con la tenencia de la pelota, pero esa posesión no le servía. Podía tener la pelota pero le faltaban ideas para llegar a un buen puerto. De Coronel a Rinaudo, de Rinaudo a Coronel, del defensor al arquero y de ahí un pelotazo largo hacia los delanteros. Equipo largo y sin opciones de pase cercano.

Central Córdoba de contragolpe lo encontró siempre desordenado, pero en los últimos metros la defensa Tripera defendió bien el arco. El juego directo le sirvió al equipo de Santiago del Estero, que se adaptó a ese juego y sacó rédito, todo lo contrario para el equipo de Troglio.

No hubo ningún rendimiento individual que lo pueda haber salvado, Faravelli, Tijanovich y el Monito Gómez no se encontraron. Los desbordes no llegaron, y por ende el área rival estuvo casi siempre despoblada. A ciencia cierta, no le salía nada,  y hubo varios retoques en el entretiempo.

En el complemento siguió igual, solo que con más ganas se volcó al ataque después de estar en desventaja. No encontró nada, y si no fuera por una lucidez de Hurtado en una jugada aislada, se hubiera quedado con las manos vacías. Antes de su ingreso, Santiago Silva bajó a recibir varias veces la pelota cerca del área de Martín Arias, y eso significaba desorden.

¿Merecía empatarlo? Casi que no, pero terminó demostrando otra imagen, se lo terminó llevando por delante cuando en 80 minutos Central Córdoba había sido superior. Ya en los penales, donde terminaron convirtiendo todos, fallaron los santiagueños que se durmieron la siesta y ganó jugando mal. Se metió en los cuatro mejores de la Copa Argentina.

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