Enviado especial

Desde Uruguay

Infocielo y Cielosports estuvieron en el partido debut de Sampaoli en el Centenario. De la ilusión de la previa a la desilusión del después. Messi, la idolatría, el fanatismo y Santiago Maldonado lo saliente de una jornada que dejó más postales que futbol.

Cruzar el charco siempre es una experiencia gratificante, mucho más cuando el motivo que convoca tiene que ver con la pelota. Ver a Messi, palpar lo que genera, es difícil de explicar, las noticias todavía hablan del “gurí” que fue rescatado por Leo de los hombres de seguridad que le habían impedido llegar a sus brazos, cortándole el sueño de abrazarlo, haciéndolo llorar. La historia que sigue se hizo conocida. El gesto de Leo, la selfie y los kilómetros de líneas sobre la humildad de los grandes.

La escena intenta repetirse en el Sheraton local mientras esperamos la salida de la Selección. Cientos de hinchas, curiosos y fanáticos sub-15 se arrebatan contra las rejas que ponen distancia entre las figuras y sus admiradores.

Todo son gritos mientras se arma la hilera hasta que sale Messi. Ahí la seguridad se altera, ahí las rejas se sacuden y la secuencia se repite y se repetirá hasta que el 10 no sólo deje de jugar profesionalmente, pasará siempre que se acerque a cualquier cancha de fútbol.

Su forma de ser contagia y será siempre protegido y amado por los más chicos que no entenderán nunca como hay grandes que lo critican. Y ahí van de nuevo 3...4…5 chicos alentados por sus padres e impulsados por el deseo imparable sacuden las rejas, alteran el entorno y aceleran su carrera que esta vez no tendrá final feliz. Todos y cada uno se ven interceptados y Leo pese a frenar y observar la situación nota que nada podrá hacer esta vez por ellos.

Lo que tenía que hacer estaba vinculado con el debut de su técnico, y con el debut de sus compañeros de ataque; Dybala e Icardi. La sensación final tiene que ver con algunas postales que nos dejó la bella Montevideo. La 18 de Julio fue nuestra avenida, de día en la previa, reluciente de noche el albergue de mucha gente en situación de calle.

El marcado contraste nos quita el velo y nos preocupa, en lo social y en lo que nos convoca: Lo deportivo. De Argentina se pensaba algo antes del partido, de día todo era maravilloso. De noche, con el partido terminado, nos mostró otra cosa distinta y esa sensación se regó por cada rincón.

En la álgida salida del Centenario, donde cuatro mil argentinos pujaban por salir mientras se retiraban los uruguayos, acumulaba descrédito para varios (Di María y Biglia primeros en el ranking) y depositaba esperanzas en cuenta gotas en la llegada de Sampaoli y los nuevos compañeros de ataque de Messi.

La previa entre corridas, de frente al Centenario nos dejó también una imagen para reflexionar. Un grupo de 20 uruguayos recorrió el estadio con pancartas y fotos de Santiago Maldonado. Y ahí todo vuelve al llano.

No hay más ídolos ni superhéroes. Lo que parece importante y urgente vuelve a ser lo que es. Un simple partido que aloja las intenciones de un grupo de profesionales que intentan llegar a un objetivo deportivo superador.

Ni menos ni más que eso. Pero falta alguien y la mañana que nos despierta y barre con las imágenes de la desigualdad nocturna, nos recuerda otra vez lo importante. Porque sabemos dónde buscar a los jugadores para armar la Selección pero lo imperioso es saber dónde está Santiago.

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