Para encontrarle sentido a esta historia hay que remontarse al 2007 cuando Australia se candidateaba para ser país organizador del Mundial 2022. Sin embargo, la FIFA confirmó primero a Rusia (2018) y luego le otorgaría a Medio Oriente su primera fiesta futbolística con la llegada del Mundial Qatar 2022.
Esta candidatura se impulsó en 2006 y fue un ministro quien, junto al presidente de la Federación de Fútbol Australiana, Justin Madden, vieron como su país quedó en el puesto 16 sobre los 16 candidatos, un auténtico fracaso que derivó en dos situaciones inéditas: una lápida para la postulación en un cementerio australiano y una historia de espionajes, escuchas y lavado de dinero que no tiene desperdicio.
La historia de espionaje y lavado de dinero detrás de la lápida
“Tal vez no odiamos a las mujeres, el alcohol ni tenemos pena de muerte, pero hubiésemos realizado un gran show. Gracias por nada“, reza la lápida que recuerda el escritor chivilcoyense Juan Manuel D´Angelo un auténtico especialista en la historia en ligas exóticas en general y en la australiana en particular que no encuentra mucho más en la anécdota que hizo famosa la ocurrencia del dueño de una empresa de lápidas y placas sino que pone sobre la mesa una historia de película de la que se habló poco y nada en los grandes medios.
“Lo jugoso de aquello es que Australia, al igual que Qatar, también estuvo metidos en manejos espurios de dinero con el tema de las candidaturas. A Austin “Jack” Warner de Concacaf le donaron guita que teóricamente iba a ser destinada a un centro de formación en Trinidad y Tobago (país natal de Warner) pero que se repartió mayoritariamente en las cuentas del dirigente y la Federación vio muy poco ”, le cuenta a Infocielo el autor de “Socceroos”, “Los otros derbies”, “Ligas exóticas de fútbol” y su última obra “Tocala de nuevo: historias de fútbol y Rock”
“ Cuando pierde Australia, adentro del país hay una crítica muy fuerte de los laboristas para con su partido ya que la primera ministra Julia Gillard había puesto mucho dinero para que Australia sea sede del Mundial convencida por Frank Lowy que es uno de los empresarios más importantes de Australia y dueño de las cadenas Westfield que están por todo el mundo ”, explica D´Angelo sobre el comienzo de una historia que no empezaba bien.
El empresario, el FIFA Gate y el espía que jugaba a dos puntas
Frank Lowy, siempre estuvo cerca del fútbol australiano y no tenía intenciones de que la candidatura se le escapase de las manos y arma un plan con su retorno al poder del fútbol Aussie: “El tipo vuelve la presidencia del fútbol australiano y en 2010 dijo “es la mía”: le da una camionada de dinero pero esa plata se reparte con funcionarios claves en programas de desarrollo pero cuando salta el FIA Gate quedan todos salpicados lo cual generó una situación de tensión ya que los conservadores le cayeron durísimo al partido laborista y a la Federación de Fútbol que siempre se mantuvo con la ayuda del Estado ”
“Una cosa curiosa es que la Federación contrata a Peter Hargitay el mismo lobista que contrata Qatar para organizar la red de espionaje con todos los funcionarios de FIFA para saber cómo convencerlos, sean proyectos, ofrecimientos, regalos o cosas espurias. Es decir que ese tipo jugaba a dos puntas ”, cierra el escritor sobre esta historia de una candidatura que quedó, literalmente, enterrada bajo tierra.