Hablar de Miguel Ángel Lemme es hacerlo sobre uno de los recordados ayudantes de campo de Carlos Salvador Bilardo. Pero también, sobre uno de sus amigos más cercanos. Quien fuera su colaborador en Sevilla, Libia y Estudiantes, habló en las últimas horas y dio detalles sobre el estado de salud del Doctor.
“Estuve el sábado con él. Estuvimos merendando. Después llegó la hija Daniela con los nietos. Yo me quedé un ratito más, porque cuando viene la familia me voy. Entre todos está bien, pero la enfermedad que tiene no es recuperable, pero yo siempre lo veo bien”, contó en diálogo con el programa Superdeportivo.
En ese sentido lamentó la progresión del síndrome de Hakim-Adams que sufre el ex DT, con el que fue diagnosticado en 2018: “No reconoce a nadie. A veces confunde a la mujer con la hija y la hija con la mujer. Yo dije hará un año y medio o dos años: ‘El día que no me conozca no voy más’, pero es más fuerte que yo”.
“Lo quiero tanto que voy a estar siempre al lado de él porque él tuvo doscientas mil personas alrededor para llevar y siempre me buscó a mí. Fue una conexión del año ‘82 hasta ahora, y más ahora no lo voy a dejar ni loco”, reconoció Miguel Lemme, en una muestra del cariño que lo une a Carlos Bilardo.
Sobre ese vínculo que comenzó cuando el Narigón lo dirigió en Estudiantes en 1982, definió con contundencia: “No le suelto la mano ni loco. Él no me la soltó a mí y yo ahora en este momento no se la suelto ni loco. Yo lo quiero y vuelvo a repetir: voy a estar al lado de él hasta que Dios lo decida. Voy a estar”.
¿Cómo son sus visitas a Carlos Bilardo?
“Voy dos o tres veces por semana. Antes iba de lunes a viernes, ahora no, porque me hace mal sinceramente. Pero voy. Tomó un café y le hablo”, reconoció el ex futbolista, ayudante de campo y entrenador de 72 años, quien supo ser campeón de Primera División de la mano del Doctor, luego de llegar al Pincha desde Loma Negra.
A la hora de brindar detalles sobre sus encuentros contó un detalle que, para el hincha del Pincha, será especial: “Yo siempre que llego le entro cantando ‘es el equipo del Narigón’. Siempre le canto, lo abrazo, lo beso. Él se engancha y después se duerme. Pero cuando me voy siempre me pregunta: ‘¿ya te vas?’”.
“El sábado estuve y le pregunté: ‘¿Cómo estás, doctorazo?’ Y él me pregunta: ‘¿qué hacemos acá?’ Y yo le digo, ‘¿dónde querés estar, dónde estábamos antes?’. Y me dijo: ‘Si, si, si’. Ahí cuando nos fuimos con mi mujer exploté. A veces me vuelvo llorando”, dijo por último con total sinceridad.