Aquella jornada el Diez se presentó por primera vez en el Bosque, ante un estadio colmado. A pesar de que no era día de partido todos querían recibir a su nuevo DT, todavía sin poder dar crédito de eso que días atrás parecía solo un sueño: Maradona había elegido al Lobo.
Tres grandes inflables lo esperaban dentro de la cancha, como parte del colorido de la presentación. Por fuera, pero también en las tribunas, un sinfín de pancartas se unificaban en único mensaje: “Diego, el Bosque te da la bienvenida ”.
Minutos antes de las dos de la tarde, a las 13:54, Diego pisó el campo de juego y la ovación se desató desde los cuatro costados. Salió desde la boca del Lobo inflable, y de inmediato se abrazó con el presidente Gabriel Pellegrino, principal impulsor de su arribo.
Trasladado en un carrito eléctrico, Maradona llegó al centro de la cancha visiblemente emocionado. “Hoy me sentí en el cielo ”, diría más tarde, al finalizar la jornada, reconociendo que ante tantas muestras de cariño se sintió cerca de su mamá, Doña Tota, fallecida en 2011.
Con una pelota en la mano izquierda, parado en el círculo central, tomó el micrófono y afirmó: “A mí me gusta trabajar, les prometo que este grupo va a ser un ejemplo. Ustedes, los hinchas, nos van a dar el plus para ganar los partidos… Y los vamos a ganar ”.
EL MINUTO A MINUTO
La llegada de Diego se había anunciado tres días antes, pero para ese domingo desde Gimnasia decidieron preparar un evento especial, una fiesta a todo color, para agradecerle su arribo al flamante técnico del primer equipo y manifestarle su afecto.
El club programó una práctica abierta en 60 y 118 para las 14 horas, y la gente respondió. Los hinchas del Lobo comenzaron a llegar desde temprano, buscando el mejor lugar posible, y las puertas del Estadio Juan Carmelo Zerillo se abrieron apenas pasadas las 12 del mediodía.
A las 14:15, después de sus primeras palabras, Maradona se reunió con sus jugadores a un costado del campo de juego y les brindó su primera charla, frente a la Platea Néstor Basile. De fondo se escuchaba La Mano de Dios, aquel tema con el que lo homenajeó Rodrigo.
Ocho minutos más tarde decidió sentarse sobre una heladera portátil al estilo de Marcelo Bielsa para continuar supervisando la práctica, aunque a las 14:33 volvió a pararse y se acercó a un grupo de jugadores que realizaba ejercicios de índole física.
Ya más cerca de las 15 horas charló especialmente con Víctor Ayala, el encargado de la pelota parada, y hasta se animó ser parte de un ejercicio en el que le tenía que devolver una pared a sus jugadores, ante la algarabía constante de la hinchada de Gimnasia.
Finalmente a las 15.25 se dieron por concluidos los trabajos, y Maradona se despidió de la gente con rumbo al Hotel Grand Brizo, en donde tuvo su primera conferencia de prensa en el Lobo. Socios de todo el país viajaron para ser testigos de una recepción sin igual, un episodio que ni el DT ni todos los que estuvieron en la tribuna podrán olvidar.