Estudiantes nunca logró adueñarse del partido. De hecho, no pareció preocuparse por tener el protagonismo que tuvo ante Universidad de Chile en Santiago. Contrariamente, espero al Fogão muy atrás, le cedió tiempo y espacio, e incluso por momentos lo respetó demasiado.
El local fue creciendo con el correr de los minutos, tuvo llegadas claras, pero recién sobre el final del primer tiempo logró romper el cero, poniéndole justicia al marcador. En el complemento aprovechó una mala salida de Mansilla y estiró la ventaja, dejando al Pincha casi en nocaut.
Sin embargo, el triple cambio de Domínguez surgió efecto inmediato y el partido tomó otro rumbo. Primero, con un Giménez batallador que ingresó por Alario y llevó al rival a cometer el penal con el que Palacios descontó. Luego, con un Farías muy activo y un cambio de actitud notorio en el resto de los jugadores que le permitió al equipo animarse a más y alcanzar el empate.
El local entró en confusión, algo extenuado quizás, y Estudiantes pasó de perderlo sin mostrar reacción, a manejar la pelota y estar cerca de ganarlo. Aún así, ese pequeño envión que tomó el Pincha en el complemento, que le alcanzó para meterse en partido, se desdibujó rápidamente con el gol de Artur, que tras una gran individualidad definió para el 3-2 ante un Mansilla que opuso poca resistencia.
Estudiantes se expuso solo, porque lo perdió por errores propios y por tomar la decisión de esperar demasiado en campo propio. Cuando jugó, cuando fue a buscarlo con decisión, fue protagonista absoluto y le sobró para hacerle dos goles en su cancha al campeón vigente en apenas 15 minutos. Lo bueno para Domínguez y sus dirigidos es que definen ante Carabobo de local y con el empate ya estarán en octavos de final.