La presentación de Marcos Rojo como jugador de Racing será recordada por décadas. Nadie olvidará el vodevil en el que estuvo envuelta su llegada, el affaire con Juan Román Riquelme, el cruce con Miguel Russo, la chance flotando de que Estudiantes lo recuperara, la rescisión, la restricción reglamentaria para que juegue la Liga y otros menesteres.
Pero esencialmente el paso de Rojo por Avellaneda quedará en la historia por cómo el club que lo contrató borró literalmente su apellido de toda clase de mención pública para evitar linkear al zaguero con el apodo del acérrimo rival: Independiente.
Desde la placa de anuncio formal de la llegada del zaguero de 35 años, Racing empezó a marcar una tendencia. “Bienvenido Marcos”, subió a Instagram y Twitter, sin que la palabra “Rojo” formara parte del posteo.
Esas cuatro letras que juntas son innombrables en las latitudes académicas de Avellaneda sólo figuraron en la mención que el club hizo al user del central: “@marcosrojo ya es jugador del Primer Grande. El defensor firmó contrato por 1 año y ya está disponible para el próximo partido de Libertadores”.
¿Y la camiseta? En las redes sociales, el tópico fue abordado desde el mismísimo momento en el que Rojo fue confirmado extraoficialmente como refuerzo. Los hinchas propusieron llamarlo “Marcos Colorado”, otros sólo por su nombre y hasta sugirieron que fuera el nombre de pila del ex Boca el que figurara sobre el dorsal #6, y no ese apellido que remite tanto al CAI.
Pues bien: el enigma quedó resuelto este domingo cuando, pasadas las 15.30, Racing subió la foto de Rojo posando de espaldas. El nombre: “Marcos R.”. Claro, poner “Marcos” podría haberse confundido con Di Césare, también central. ¿Se imaginan a Gustavo Costas gritando el nombre, solamente? Es imposible que lo llame por su apellido, eso está claro. Porque ya lo ha dicho el deté: “En mi casa está prohibido el rojo”. Y no va a andar siendo él el que rompa la regla.
La insólita traba de Rojo para jugar en el Clausura
La participación de Marcos Rojo en el Torneo Clausura con la camiseta de Racing quedó en suspenso por una traba reglamentaria que hoy le impide jugar a nivel LPF: un artículo de la Liga Profesional establece que un jugador libre solo puede ser inscripto si rescindió su contrato antes del 24 de julio a las 18 horas, pero el ex Boca lo hizo recién el 7 de agosto.
En este escenario, solo podría disputar Copa Argentina y Copa Libertadores. La alternativa más concreta para habilitarlo en Liga sería que Boca anule la rescisión, lo reincorpore y luego lo ceda a Racing mediante una venta simbólica, operación que se consideraría un pase entre clubes y no un fichaje de libre fuera de término.
Sin embargo, para ejecutarla, la Academia debería tener un cupo disponible, lo que exige haber transferido un jugador al exterior después del cierre del mercado. Desde el Xeneize confirmaron su buena predisposición para ayudar, siempre que sea legalmente posible, por lo que en las próximas horas se esperan novedades que definan si Rojo podrá o no vestir la camiseta en el Clausura.