No cierran los números

El extraño caso Bernardi que Estudiantes también sufrió

Lucas Bernardi es el protagonista de una de las estadísticas más llamativas que tiene el fútbol argentino. Ídolo como jugador en Newell´s, tomó las riendas del equipo rosarino cuando se retiró profesionalmente de las canchas. Ese paso fue casi inmediato.

Los problemas con la conducción en el Rojinegro hicieron que acepte ponerse al frente de un plantel con el que había compartido vestuario hasta seis meses atrás. En junio de 2015 asumió en la Lepra. Los números (y las circunstancias) no lo ayudaron: 18 partidos dirigidos, cinco victorias, cinco empates y ocho derrotas, dos de ellas en el clásico. En Newell´s se terminó de romper la relación cuando desde el vestuario un referente retuiteó una crítica hacia el técnico y ex compañero. Un verdadero cabaret 2.0. Pero no quedó ahí.

Bernardi y su carrera dieron un nuevo paso. El rosarino llegó, en noviembre del 2016, a Arsenal de Sarandí, en un ciclo que duró… cinco partidos. Luego de dos derrotas y dos empates, y tras conseguir su primera victoria en el campeonato, decidió alejarse aludiendo: “El club necesita volver a tener otras exigencias, como las de los títulos”.

La carrera de Lucas no se detuvo y le iba a dar un destino prometedor: Godoy Cruz de Mendoza, pero ahí las cosas tampoco terminaron bien. Bernardi, que tomó las riendas en diciembre de 2016, dirigió 25 partidos allí pero tuvo un conflicto interno que fue determinante. No le gustaba el juego de Santiago “Morro” García. Quien fuera el último goleador del torneo de Superliga no era del gusto del entrenador y el presidente se hartó de la situación. Lo despidió en medio de la fase de grupos de la Libertadores.

Sin darle relevancia a estos antecedentes y apostando a su personalidad, principios y juventud, Juan Sebastián Verón le abrió las puertas de Estudiantes en septiembre del 2017. La llegada del entrenador nunca fue bien asumida por los hinchas que lo despidieron con una enorme silbatina y al grito de “Es el equipo del Narigón” (haciendo alusión a su estilo, alejado de la escuela Pincha). Ese periplo fue el más largo de Bernardi en un club: 26 partidos. El León sumó el 46% de los puntos y, tras su gestión, se quedó afuera de las competencias internacionales por primera vez en cinco años.

En mayo de este año, pese al cúmulo de “infortunios”, llegó a Belgrano de Córdoba. La suerte en el Pirata no fue la mejor. Sobre ocho partidos disputados perdió tres, empató cuatro y ganó sólo uno, justamente frente al Pincha. Ayer se supo que Bernardi decidió dar un paso al costado tras ser goleado en el clásico la fecha pasada.

Sus números son los siguientes 82 partidos dirigidos con 29 victorias, 21 empates y 32 derrotas (43% de los puntos en juego) pero eso no es lo más importante. Lo que cuenta es su representación: Bernardi está incluido en la carpeta de representados de Cristian Bragarnik, el empresario futbolístico de mayor influencia en el fútbol argentino. Curiosamente a Estudiantes llegó más por su amistad con Agustín Alayes que por ese vínculo, siendo que el elenco Albirrojo ha sido algo así como una “isla” en esa relación de los clubes con el empresario.

La pregunta que surge es si Bragarnik será capaz de colocarlo en un nuevo club argentino o logrará, con su influencia, insertarlo en el mercado mexicano, donde él también tiene su territorio germinado. Por lo pronto el récord de Bernardi será difícil de igualar en la historia del fútbol argentino. Cinco equipos en tres años no son para cualquiera.

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