Suecia y el profesionalismo como clave para crecer: por qué el verdugo de Argentina es potencia en fútbol femenino
Por Mariano Quadrana
La derrota de Argentina ante Suecia que marcó la despedida Albiceleste del Mundial Femenino 2023 no fue ninguna sorpresa. Las escandinavas eran grandes favoritas en el Grupo G, en base a su historia en la disciplina y a su rol de potencia a lo largo de los años.
El fútbol femenino sueco cuenta con una liga afianzada, trabaja en la formación desde hace mucho tiempo y es profesional desde hace décadas. En Argentina recién se les brindó un contrato a las jugadoras, casi a la fuerza, hace apenas cuatro años.
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Esta medida, que para los gurúes de teclado que proliferan en redes sociales fue motivo de crítica permanente, no solo era necesaria desde lo humano sino también desde lo deportivo, para brindar posibilidades reales de crecimiento en un deporte de alto rendimiento.
Si Argentina quiere ser protagonista necesita de un proyecto integral, con futbolistas que sean profesionales y una estructura sólida de Divisiones Inferiores. Su verdugo en el Mundial Femenino 2023 es, dentro de ese panorama, uno de los principales modelos a imitar.
Suecia, precursor en el fútbol femenino profesional
La década del ’70 fue clave en esta historia, con un crecimiento sostenido en el interés de las mujeres suecas por el fútbol femenino y eso se tradujo en un incremento enorme en la cantidad de futbolistas federadas: pasaron de ser menos de 1.000 a 26.000.
Por eso no sorprendió que, para 1973, la federación de Suecia decidiese organizar el primer campeonato nacional de fútbol femenino. En los años siguientes, más allá de algunos vaivenes, se sostuvo en disputa y para 1981 se incorporó la Copa de Suecia al calendario.
Finalmente en 1988 la federación dio un paso inédito para el fútbol femenino alrededor del mundo: regularizó a sus jugadoras bajo un contrato y fundó la “Damallsvenskan”, el primer torneo profesional del planeta. Para ese entonces Argentina ni siquiera tenía una liga.
Desde su fundación hasta la actualidad ha contado con grandes figuras a nivel mundial: la brasileña Marta, las alemanas Anja Mittag y Nadine Angerer, la australiana Lisa De Vanna, las estadounidenses Hope Solo y Christen Press o la danesa Pernille Harder.
Con el paso de los años otros países se fueron sumando con ligas profesionales o semi-profesionales. Alemania fue uno de los primeros, y ya en este siglo, se sumaron Francia e Inglaterra. A ellos se añadió también en el último tiempo la liga de España.
La Selección de Suecia, una consecuencia del proyecto
El rol precursor de su liga y la fortaleza que adquirió en años en los que en la mayoría de los países ni siquiera se hablaba de fútbol femenino, hicieron posible que en 1984 Suecia se quedase con la primera edición de la Eurocopa al dar cuenta de Inglaterra en la Final.
Ese resultado positivo no hizo más que potenciar el crecimiento de la liga local, al punto de que cuatro años después llegaría la fundación del nuevo certamen profesional. Un año atrás, en 1987, el seleccionado nacional arribó a una nueva Final, en la que cayó con Noruega.
Desde la fundación de la Damallsvenskan en 1988 la Selección sueca se subió al podio en 12 competiciones oficiales de primer nivel, contando Mundial Femenino, Eurocopa y también Juegos Olímpicos, que en el caso de las mujeres se juegan con los seleccionados mayores.
En ese tiempo Suecia fue subcampeona del mundo en 2003 y ocupó el tercer puesto en 1991, 2011 y 2019. Además fue medalla de plata en Río 2016 y Tokio 2020, mientras que a nivel UEFA salió segunda en 1995 y 2011 y tercera en 1989, 1997, 2005 y 2013.
En 2021 la federación sueca fue un paso más allá y decidió que haya igualdad salarial entre sus dos seleccionados. De este modo sus dos selecciones, la masculina y la femenina, pasaron a ganar lo mismo por cada participación internacional que tuviesen.
Suecia y un lugar central en el fútbol femenino de UEFA
En la temporada 2022/23 la liga sueca un respetable 6° puesto en el ranking de competiciones que realiza UEFA en base a las últimas cinco temporadas, por detrás de las cinco potencias tradicionales del fútbol europeo: Francia, Alemania, España, Inglaterra e Italia.
Si bien esa posición por si sola es meritoria, durante mucho tiempo supo ser una de las principales referencias. En la medida en la que aquellos países que tienen una raigambre más fuerte con la pelota centraron su mirada en el fútbol femenino, la desplazaron levemente.
El rol precursor del fútbol sueco se observa a través del ranking de UEFA a lo largo de los años: Durante 15 años la liga escandinava ocupó un lugar en el podio del mismo, ya que estuvo 1° en su implementación en 2003/04, 2° entre 2004 y 2010 y luego 3° entre 2010 y 2017.
Lo que se observa en el ranking, se respalda también en la historia de la Champions League: Suecia es el 3° país con más títulos (2) y finales disputadas (7) entre todos sus clubes desde que se inició la competencia, solo por detrás de Alemania (9 y 17) y Francia (8 y 12).
Umea IK fue dos veces campeón de la copa europea (2003 y 2004), mientras que además tiene tres subcampeonatos (2002, 2007 y 2008). En tanto Djugardens fue finalista en la edición de 2005 y Tyreso en la de 2014. Curiosamente Rosengard, el club más ganador a nivel local, nunca accedió a un partido decisivo a nivel continental.