El 14 de febrero de 1983, Estudiantes se coronó campeón del Metropolitano 1982 y llevó a la inmortalidad a una generación de futbolistas discípulos de Carlos Bilardo, quienes trascendieron al club y a la Selección Argentina. Hoy varios integrantes de aquel plantel se reunieron para celebrar los 41 años de aquella conquista.
Aquel equipo del Pincha es recordado por los tres jugadores número 10 que tenía en el once titular, Alejandro Sabella, José Daniel Ponce y Marcelo Trobbiani, pero también quedó marcado por aquellas cábalas o costumbres que son muy conocidas y recordadas en el fútbol argentino.
A 41 años de aquel triunfo ante Talleres, por 2 a 0, con goles de José Luis Brown y Hugo Gottardi, para coronar dos meses después la extraordinaria campaña en el Metropolitana 1982, Claudio Gugnali, Julián Camino, Daniel Ponce, Ruben Agûero, Abel Herrera, Miguel Lemme, Juan Carlos Delménico y Hugo Gottardi compartieron un almuerzo especial.
Los campeones 1982-1983 elegieron “Los Hermanos” para compartir historias y recordar aquella gesta. “Congelaría este día para que no pase, hay muchas historias que estamos recordando, entre 8 campeones que nos juntamos en este aniversario”, expresó Claudo Gugnali al empezar el diálogo con CIELOSPORTS, en medio del almuerzo.
Al explicar por qué eligieron ese lugar, contó: “Los hermanos, era una segunda casa. En el Country no había lugar para comer, y en Los Hermanos veníamos a almorzar y a cenar en las concentraciones”.
Estudiantes campeón Metropolitano 1982-1983: las vivencias en la voz de Claudio Gugnali
“Estudiantes era una selección con la camiseta del club, con jugadores que eran cracks y un entrenador, como Carlos Bilardo, que era distinto a todos, supremo. Jugábamos con tres números 10 y teníamos a Independiente que también tenía buenos jugadores, pero parecía que era un castigo que fuéramos líderes y ganamos los dos campeonatos”, recordó el ex defensor de Estudiantes al hablar de aquel equipo.
Y agregó: “El equipo era un equipo bárbaro. La aparición de Julián Camino, un lateral innovador para esa época. El oportunismo de Gottardi y el equilibrio de Miguel Ángel Russo. Para mi ese equipo fue una Universidad de fútbol, me forjó para toda la vida”.
Aquel plantel comandado por Carlos Bilardo tenía diferentes cábalas y una estaba a cargo del “embajador”, más conocido como kiricocho. “Teníamos un embajador, que esperaba a los rivales y les deseaba suerte. Nació en el barrio El Mondongo y recorrió el mundo. Era de un barrio Tripero y el era Pincha. Los colectivos bajaban, pasaban por el portón y el embajador los esperaba en la puerta”, recordó Claudio Gugnali sobre aquella particularidad de un integrante que era uno más de ellos.