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CERRÓ LA CONFITERÍA LA PARÍS

El Arcángel de las medialunas más famosas de la historia de La Plata

Guillermo Tartaglia, hijo de Arcángel Tartaglia, quien fuera maestro confitero de La París, comparte sus recuerdos familiares vividos junto a su padre en la histórica confitería que acaba de anunciar su cierre definitivo:"Mi papá fue el creador de las famosas medialunas de la París"

Las raíces de las emblemáticas e incomparables medialunas de La París, confitería platense que hoy anuncia el cierre definitivo de su actividad comercial, se encuentra anclada en una tradicional esquina céntrica de la capital provincial bonaerense: 7 y 54.

Allí en ese punto, enfrentadas puerta a puerta y bajo la única mediación de la avenida siete, funcionaban abiertas para su atención al público dos recordados comercios instalados en la memoria colectiva regional por estos pagos: de un lado, en donde actualmente se halla en actividad una farmacia distinguida, frecuentaban los vecinos que elegían la confitería Cabildo como su lugar de preferencia en ese rubro.

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Sobre la vereda de enfrente, justo al vértice punto opuesto en diagonal a la misma y  separadas por la ancha arteria principal con  doble circulación de tránsito permanente, en el lugar exacto en donde hoy se localiza la línea de cajeros automáticos de un banco, recibía a su fiel clientela la simbólica sastrería El Siglo, en la cual se ha vestido una inmensa mayoría entre los pobladores de por aquellos tiempos.

En la Cabildo, además de los villares y las mesas que oficiaron como inertes testigos privilegiados ante los miles de artistas que pasaron por allí durante sus épocas de gloria, un tal Antonio Félix Tartaglia desempeñaba su función siendo encargado de los tacos de villar que le delegaban a su custodia cada dueño. Su hijo, don Arcángel Tartaglia, aprovecharía sus visitas para dar sus primeros pasos como aprendiz aficionado, previo a convertirse en el gran maestro confitero que sería luego.

Al cerrar sus puertas la asfixiada Cabildo, tres personas de apellido Pérez, quienes curiosamente se asociaron compartiendo un mismo apellido pero sin ningún vínculo sanguíneo que los uniera entre sí, convocaron al maestro Arcángel para su nuevo emprendimiento en el rubro confitero, el cual se afianzaría más tarde sobre la esquina de 7 y 48 para transformarse en el muy reconocido lugar estratégico hoy vinculado instantáneamente como la esquina de la París.

En ese momento nacerían las famosas e incomparables medialunas que, sin lugar a dudas trascenderán en el tiempo, incluso, mucho más allá tras el cierre confirmado por estas horas del comercio en cuestión. Tanto éxito generaría sus delicias, que al fundarse la empresa Mostserrat, tentarían para llevarse hacia su nicho al propio Arcangel.

Fue entonces cuando las quejas de los clientes habitués a la vieja París, se turnarían para presentar sus quejas por el cambio notorio en cuanto a la calidad de las adictivas medialunas a través de las cuales se habían fanatizado con el sitio, eligiéndolo como su lugar predilecto entre el resto de las ofertas existentes.

Como si se tratara de una especie del Messi confitero a sus tiempos, Arcángel retornó a la París y hasta pudo disfrutar del reconocimiento posterior desde el gesto patronal, al ser ayudado oportunamente con un préstamo millonario en pesos para cumplir su sueño de una nueva casa propia allá en la zona de City Bell, hacia el  norte sobre el casco urbano de la ciudad. 

Según Guillermo, su hijo y entrevistado, su padre era una persona muy querida, admirada y respetada dentro su ámbito laboral, capaz de exigirle a un ayudante que pelaba las nueces para que silbara mientras lo hacía, evitando que sí de que no se tiente en comérselas durante la tarea,  pero incapaz de confesar sus secretos culinarios, ni siquiera a sus hijos.

Se fue sin contarle sus recetas a nadie, ni la de las medialunas, ni la de los alfajores, ni la de sus tantas creaciones insuperables y comprobadas por una inmensa cantidad de paladares platenses. “El no te daba las recetas. Acá esta mi hermano menor al lado y me dice que te pregunte si vos le darías a alguien la fórmula de la Coca Cola”, cierra el debate Guillermo.

Tanto se destacaba entre los suyos don Arcángel que, llegado el momento de convocar al maestro confitero con la capacidad necesaria para hacerse cargo ante la responsabilidad del preparado de la histórica torta gigante y centenaria que fue protagonista en aquel festejo del siglo cumplido organizado por la Municipalidad, como algo obvio acudieron en búsqueda de las manos consagradas del viejo Tartaglia, pero se toparon con la negativa fundamentada del gran maestro experimentado: “No quiso aceptar por dos cuestiones: las hormigas y la desesperación de la gente por una porción”. Ambas cosas pasaron.

Hoy la sorpresiva noticia del cierre definitivo de la París impacta y entristece a los platenses. Casi a modo de humilde homenaje por lo que la misma significa para la historia local, Guillermo Tartaglia, el hijo del Arcángel de las medialunas únicas e insuperable por los tiempos de los tiempos, al menos para los platenses, repasa algunos detalles desde sus recuerdos.

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