

Luego de aquel viernes negro en el que miles de jubilados se agolparon en las puertas de todos los bancos del país para cobrar sus haberes, el sector bancario se ubicó en el ojo de la tormenta. Ahora, la refinanciación de tarjetas de crédito esconde un costo financiero imposible.
La semana pasada, el titular del Banco Central de la República Argentina (BCRA), Miguel Pesce, anunció una refinanciación automática de vencimientos de tarjetas de crédito que hayan caído durante la cuarentena y bajó la tasa al 43%. Sin embargo, durante los primeros pagos ya se evidenció un Costo Financiero Total que alcanza el 70%.
De tal manera los bancos terminan por erigirse como los “malos de la película del COVID-19”, una interpretación que viene sucediéndose desde aquel viernes negro en que miles de personas mayores se agolparon en todas las sucursales bancarias del país para poder cobrar sus haberes, en medio de una pandemia que los tiene a los jubilados como prioridad en la mira.
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Fue cuando el titular de La Bancaria y hasta el propio presidente de la Nación, pusieron el grito en el cielo apuntando, directamente, contra los bancos. El primero, Sergio Palazzo, explicó que previo a que se decretara el aislamiento obligatorio, y previendo lo que podría ocurrir, su organización le pidió a los bancos "que hablen con la ANSES para adelantar los pagos de jubilaciones antes de la cuarentena".
Pero el dirigente gremial fue mucho más allá y le habló a los privados: "Si se divide la cantidad de gente por el número de sucursales totales que hay en el país, el número de gente en cada banco es muy bajo. Pero muchos no quieren pagarle a los jubilados ni a los que reciben ayudas sociales porque no son su target. No se ven bien en sus locales en Puerto Madero o Nordelta", señaló.
Alberto Fernández, por su parte, se mostró “enojado, preocupado y molesto” por lo sucedido en medio de un enorme proceso de prevención nacional contra el virus que acecha a todo el mundo. “La dureza de algunos bancos me cae mal, muy mal. Los bancos estuvieron cuatro años llenándose de plata con negocios que el estado les daba. Hablo de las Lebac (Letras del Banco Central) y Leliq (Letras de Liquidez). Espero que en esta instancia entiendan, necesitamos que le presten dinero a empresas para que las empresas se mantengan en pie”, señaló. Y remachó. "espero que los bancos entiendan”.
Llegó el turno, entonces, de las pequeñas y medianas empresas que resultaron ser, lógicamente, las más golpeadas del sistema productivo argentino. Federico Cuomo, es Referente de la Red de Industriales y Emprendedores Laudatistas (RIEL), y en Todo no se Puede por LA CIELO 103.5 señaló: “Estamos pidiendo agua, y los bancos nos dieron un desierto. No se entiende como en Argentina está cerrada la justicia, el clering bancario está abierto y las sucursales estén cerradas”.
Es que, según el referente pyme, tras el lanzamiento de una serie de créditos por parte del Gobierno para pagar los sueldos, no accede nadie. “Los que los están empezando a dar son el Nación y el Provincia. Todos los bancos privados te dicen que todavía no está reglamentado, que no está instrumentado”, dijo Cuomo y siguió: “Hay que entender que acá estamos discutiendo 6 millones de puestos de trabajo que tiene que cobrar su sueldo el próximo lunes. El problema es que los bancos privados le están tirando la carga a los bancos estatales, y eso es inviable”.
Ahora, entonces, les tocó a las personas físicas que, pese a la reducción de la tasa para refinanciar tarjetas de crédito por parte del BCRA, el costo real se ubica entre el 52,5 y el 70%, dependiendo de la entidad bancaria. Finalizada la prórroga, comenzaron los pagos y con ellos las quejas denunciadas en las últimas horas por aumento de tasa a raíz de comisiones, IVA, gastos de renovación de plásticos durante la cuarentena o incremento del pago mínimo obligatorio.
Lo que sucede es que todo lo que regula el Central es la tasa, y los impuestos como IVA y sellos, corre según el distrito de cada contribuyente, y ahí las diferencias que por gastos y comisiones que amplían el costo total hasta un 70%, una tasa imposible de pagar en medio de la recesión por la cuarentena obligatoria.
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