MAR DEL PLATA

A seis meses de su inauguración, las huertas comunitarias de Arroyo están llenas de basura

El intendente Carlos Arroyo había presentado un proyecto para convertir a cada terreno baldío en una huerta comunitaria. Sin control ni presupuesto, seis meses después volvieron a estar llenas de basura y de pastizales. “Con esto se tiene que terminar el hambre”, había dicho.

Seis meses después de que el intendente Carlos Arroyo sorprendiera a todos con la orden de convertir en huertas a cada terreno baldío de la ciudad, en la tierra no se avizoran verduras sino pastizales y basura.

La medida del gobierno municipal había sido una decisión unilateral de Arroyo y tanto desde la oposición como vecinos de la localidad, creen que la propuesta fue “más para la foto” que para concretar un proyecto real de producción comunitaria de alimentos. El objetivo no pudo ser cumplido siquiera para festejar los 145 años de la ciudad. 

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De hecho, hay un dato elocuente de la desidia que se tuvo a la hora de planificar la política: el cartel que anunciaba la huerta vecinal en el barrio Las Heras, fue robado dos semanas después de que Arroyo inaugurara el proyecto.

El capricho de Arroyo había estado acompañado por referentes de iglesias evangélicas y representantes del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA). De la misma manera, el intendente había dejado en claro que consideraría una “falta grave” no cumplir con la orden de convertir a cada terreno baldío en una huerta.

Seis meses después, los resultados están a la vista.

“Quiero que Mar del Plata sea una gran huerta comunitaria, para que nuestra gente tenga alimentos, pero sobre todo para que nuestros jóvenes puedan tener acceso a un trabajo, a conocer la tierra y recuperar valores que se han perdido”, manifestó el intendente el día de la inauguración de la primera huerta en el barrio Las Heras.

Allí, el mandatario dejó una frase que pintó de cuerpo entero su visión sobre el tema: “Con esto se tiene que terminar el hambre en Mar del Plata”, había expresado.

Los vecinos y vecinas del lugar, no solo creen que de esta manera se iba a poder terminar con el hambre, sino que –lejos de rechazar al proyecto- consideran que “Arroyo se sacó la foto, habló de la huerta y dejó un baldío lleno de basura”.

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