

Su álbum Back to Black la inmortalizó, pero ella, con tan solo 27 años, ya había dejado una huella que muchos no logran sellar en toda una vida.
La autenticidad de una estrella sin mayores pretensiones, con una cuidada estética retro en look y sonido, definieron al segundo, y último trabajo de la cantante. Su estela marcó la forma de hacer pop, y hasta hoy, la tragedia y el canto desgarrado deudor de los añosos discos de R&B, son claves en la música popular.
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En las primeras fotos promocionales del nuevo álbum sobresaltaba el peinado voluptuoso y ese maquillaje furioso, tan característicos de Amy, tomado de los años 60. Atrás había quedado la chica de cabello corto y rizado que cantaba clásicos del jazz con voz ronca.
Back to Black salió en el años 2006, fue el segundo álbum de su carrera y el consagratorio, pero también el último. Un manifiesto brillante para un talento descomunal como impredecible. El mundo estaba transitando los últimos años de la joven promesa.
Surgió de su propio cansancio y de la indiferencia que había vivido hasta ese entonces. “Estas canciones son más accesibles que las canciones de Frank (su disco debut), ya que el jazz es bastante elitista y la gente no lo entendió. He estado escuchando bandas y grupos de chicas de los 60′ y así salió”, respondió a la revista Rolling Stone, en ese entonces.
"Ella está devolviendo un espíritu rebelde del rock & roll a la música popular", reconoció a la misma revista, el productor Mark Ronson. "Esos grupos de los años sesenta, como las Shangri-Las, tenían ese tipo de actitud: jóvenes de Queens en chaquetas de moto. Amy se ve jodidamente genial, y es brutalmente honesta en sus canciones. Ha pasado tanto tiempo desde que alguien en el mundo del pop salió y admitió sus defectos, porque todos se esfuerzan mucho por proyectar la perfección”, reforzaba.
Back to Black, terminó vendiendo más de 20.000.000 de copias alrededor del mundo y puso temas como “Rehaz” y “You Know I'm no Good” en todas las radios y llevandola a ganar cinco premios Grammy.
Tenía 27 años cuando en la tarde del 23 de julio de 2011 fue encontrada sin vida en su departamento de Londres. Los resultados de la autopsia determinaron que la cantante había muerto producto de una intoxicación etílica y no se encontraban restos de ninguna droga en su organismo.
El último tiempo para Amy había sido muy duro, debido a su lucha contra las adicciones. De hecho, la última presentación de la cantante nacida un 13 de septiembre de 1983, había sido considerada la peor de su carrera, en donde no había podido cantar y se la notaba visiblemente alcoholizada.
Esa rebeldía digna de las máximas estrellas del rock, eran su bandera, pero también su cruz. Porque en el caso de Amy coexistían, además, profundas tristezas, una depresión constante a la que alimentaban sus consumos tóxicos, malas influencias y compañías.
Amy partió dejando dos de los mejores discos de la historia de la música, pero formando parte del tétrico “Club de los
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