

Declarado Edificio Histórico, se alza sobre la ruta 215, en Brandsen, y recibe a viajeros de distintos puntos de la provincia. La historia del almacén.
Si alguna vez agarraste la ruta 215, camino a Brandsen, seguro que lo viste y te llamó la atención. Está justo en una curva, a la salida de una rotonda un poco peligrosa, detrás de un verdadero muro de guardrails. Pocos saben que se trata de un viejo almacén, con pinta de pulpería, que está ahí desde hace más de 100 años.
"El Pato", como se lo conoce entre los lugareños, está en el kilómetro 34 de la ruta 215, sobre la entrada a la localidad de Gómez. Lo administra una familia que, frente al avance moderno, mantiene costumbres y estética, y recibe una clientela fiel desde toda la Provincia.
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Elisa Luján Pascal, conocida como “Tita” por su devota clientela, vive y trabaja en el negocio que heredó de su padre desde hace más de 30 años, junto a sus dos hijos, Ariel y Carina. Antes de que desconocidos se lo llevaran durante un robo, el frente de la construcción lucía un pato de cemento, en referencia al nombre con el que ya todos los conocen.
En diálogo con INFOCIELO, "Tita" enunció los distintos puntos de la zona desde donde se acercan a su local. No solo los vecinos de Brandsen eligen a su almacén de ramos generales como sitio de encuentro, sino también viajantes de Monte, Belgrano, Bernal, Quilmes, Avellaneda y alrededores.
La mujer al frente del comercio lidia con la incertidumbre y grupos de abogados desde hace años, ya que en 2011, cuando aún su padre administraba el lugar, llegó la primera intimación de Vialidad provincial, que anunciaba la demolición del edificio debido a la ampliación de la ruta 215.
En aquel entonces, Dalmiro Pascal había pedido una indemnización o la construcción de otro almacén en un terreno trasero, para no perder su fuente laboral. Sin embargo, el dinero que le ofrecieron no fue suficiente, y el hombre falleció sin saber qué ocurriría con el lugar que había comprado a fines de los años ochenta, tras la venta de un campo.
Años más tarde, el lugar fue declarado Edificio Histórico a través de una ordenanza municipal. La obra vial, por su parte, continuó, pero en lugar de atravesar el almacén de los Pascal bordeó su entrada en una curva, con un guardrail que lo "protege" de eventuales accidentes.
Para saber cuántos años tiene el lugar, Tita hace memoria y calcula el lapso de tiempo que ella lo administró y lo suma al de su padre y el de los anteriores dueños el lugar. Así, llegó a la conclusión de que son más de 130, lo que hace que no resulte sorprendente que, más que un almacén, El Pato se haya convertido en un lugar de pertenencia, no solo para su familia, sino también por los visitantes -entre ellos grupos de ciclistas y motoqueros que organizan travesías en los alrededores de la zona- que buscan un lugar para descansar de la vorágine moderna.
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